El avión indestructible fue inventado. En su vuelo de prueba fue estrellado de frente contra una peña a setecientos kilómetros por hora. Ni siquiera se desajustó. Nada podía destruirlo... ni el fuego, ni la pentonita, ni la oxidación, nada... Su sistema de seguridad era impecable... Fue bautizado Aquiles. Sesenta metros de envergadura se imponían rasgando el cielo en cada jornada. Indestructible de punta a punta.
Abordó el tercer vuelo de Aquiles con su traje azul impecable y su delgada corbata en fino contraste con el cinturón negro que hacía juego con los zapatos. Se acomodó en su asiento de primera clase, sacó su computador portátil y analizó las cifras preocupantemente cambiantes de la empresa. Suspiró con fuerza y se recostó con las manos detrás de la cabeza. El servicio abordo dispuso las primera viandas en la mesita de enfrente: un gran filete de bacalao salado, lechugas romanas y una copa grande de Oporto. Comió despacio y víctima del cansancio y de la satisfacción de su estómago se sumió en el sueño ligero e incómodo que se tiene a diez mil pies de altura. Lo despertó una ligera turbulencia. Se limpió con las mangas de la camisa la saliva espesa que ya le rodaba por las mejillas.
Fijó la mirada en un pequeño orificio del descansa brazos. Parecía un mínimo imperfecto en el ensamblaje del avión, un espacio donde se había olvidado incrustar un tornillo. Metió el dedo índice de la mano derecha en el orificio, se rascó un uñero con sus bordes y metió la segunda falange. Intentando encontrar el final del túnel, introdujo el dedo por completo y empezó a rotarlo de un lado a otro. Sintió ganas de orinar... Trató de levantarse pero se dio cuenta de que el dedo no salía del orificio. lo haló con más fuerza, pero los bordes de la cavidad parecían ejercer una presión extraordinaria sobre su delgada extremidad.
- No sale. - Musitó casi en silencio y sonreía
.- No sale, no sale.
Casi toda la gente dormía. Algunos bostezaban mientras leían. Una señora con nalgas de solterona caminaba por el pasillo en dirección al baño. Cuando pasó por su lado le sonrió amablemente sin percatarse de la cómica situación.
- Tal vez deba pedir ayuda a la tripulación. - pensó-
- O quizás estoy exagerando, se contestó inmediatamente.
El sueño lo venció, le dobló la cabeza y le relajó los miembros. Al día siguiente se despertó con el anuncio del piloto de estar próximos a aterrizar. Su dedo seguía aprisionado.El aterrizaje lo sorprendió exasperado mientras intentaba infructuosamente liberarse de su prisión. Todos los pasajeros descendieron de Aquiles y él seguía sentado con el dedo ya lastimado de tanto intentar.
- Señor, ya puede usted descender.
- Sucede algo... ehhh... No puedo sacar el dedo de aquí, y le señaló con la boca el rincón de su desgracia.
La azafata observó el dedo embutido a presión entre el descansa brazos y no pudo contener una risita.
- Déjeme ver.
Haló también ella, pero comprobó que la situación era más grave de lo que se imaginaba.
En minutos el lugar que se llenó de curiosos.
Un cuerpo de emergencia se presentó para tratar de solucionar lo que parecía una pequeña desgracia doméstica. Intentaron con todas las clases de lubricantes posibles, pero comprendieron que su esfuerzo era en vano. El dedo no salía.
- Señor, lamentamos informarle que sólo nos queda algo por hacer: Amputar su dedo desde la raíz.
- ¡Pero cómo se le ocurre! Intente cortar el descansa brazos con una sierra, con un taladro.
- Nos sería imposible. Este avión es INDESTRUCTIBLE.
- ¡Pero no pueden cortar mi dedo! ¡No se trata de un mechón de pelo!
- Nada más podemos hacer.
- Intenten derretir con ácido el descansa brazos-
- Es indestructible, señor... Indestructible.
- Entonces me quedo aquí.
Se quedó en el avión. Fue pasajero de honor en cerca de diez mil vuelos comerciales a lo largo de treinta y cuatro años, al cabo de los cuales murió mientras el avión cubría la ruta Murmansk - Damasco.
Friday, February 27, 2009
Juicio de Guerra
A las cuatro se debía llevar a cabo la ejecución. Sin embargo, el tribunal decidió citarme en audiencia pública, exponiéndome como la justificación perfecta para escucharse a sí mismos y ratificar sus acusaciones. Cuatro oficiales bobalicones me conducían desde mi celda apestosa hasta el tribunal. Era aquél, mi cuarto año de convivencia con el vaho fétido de mis propias inmundicias que con sus diferentes tonalidades de ocre invadían los tres metros cuadrados que se habían convertido en mi mundo.
- Se le imputan a usted los cargos de traición a la patria y sedición. ¿Cómo se declara?
- Culpable.
Sabía que de todos modos me ejecutarían. Todos teníamos claro nuestro papel en el sainete.
- ¿Es usted consciente de la vergüenza que representa para nuestra patria, para el orgullo de una nación grande y progresista? Sus convicciones flojas se han constituido en el pilar de las burlas que se prodigan a nuestro glorioso régimen.¡La volatilidad de sus principios es impropia de alguien que se llame a sí mismo ciudadano de un estado soberano como el nuestro!
Un pequeño silencio antecedió la pregunta que había esperado por años.
-¿Tiene algo que decir a su favor?
-Sí. Se me acusa de ...
- ¡Cinco minutos!
- No hay nada importante que requiera más de cinco minutos para ser expresado.
- Eso está fuera de la discusión. Continúe usted.
-Se me acusa de no abrazar una causa que no me pertenece. Se me acusa de pensar hoy algo diferente de lo que pensé ayer. Ustedes glorifican la consagración del carácter a la unificación de los principios. Es más fácil para ustedes dirigir hombrecillos uniformes que jamás cambien de parecer, pero... ¿En qué consiste la virtud de una mente estática? ¿Es acaso loable descartar todas las aristas del saber para entregarse como un monje a una sola de ellas?¿Es más virtuoso un hombre que piensa siempre en el mismo sentido, que siempre tiene definida una posición, que uno que duda, que uno que cambia de parecer?
- Está usted alejado del punto central de la discusión. ¡Usted no reconoce ninguna noción de autoridad!
- En eso tiene usted toda la razón. Carecería completamente de inteligencia si reconociera su autoridad o la de cualquier hombre sobre mí. Por el sólo hecho de haber nacido, se me ha hecho suscribir un contrato social que más parece uno de adhesión lleno de letras menudas. Yo no soy parte de SU SOCIEDAD y me rehúso a serlo si por ello tuviera que sacrificar lo que me queda de individuo y asimilarme a todos aquellos borregos que tenemos hoy como auditorio. No es que no reconozca su gobierno, es que ustedes no tienen sobre mí ningún gobierno porque esta vida es para mí un escenario de ficciones y ustedes son simples soldaditos de plomo.
- Su irreverencia es fastidiosa señor. - Y recalcó con un grito la última sílaba de la última palabra-
- Que me ejecuten me da igual. El mundo sólo existe en función del pensamiento. Cuando muera dejaré de pensar y el mundo para mí ya no existirá más.
Esta idea me hizo esbozar una sonrisa. La ausencia completa de dolor, la ausencia completa de existencia... ¿Qué podría ser más placentero? Quería que me fusilaran cuanto antes.
Me empujaron violentamente contra el paredón. Un oficial bajo y corpulento escupió sobre mí. Con los ojos vendados esperaba el estertor de la ráfaga. Treinta segundos después sentí las convulsiones de mi cuerpo al contacto del primer balazo.
Tres horas más tarde comprobé con terror que la inexistencia no existe.
Hace veintiseis años que estoy muerto.
- Se le imputan a usted los cargos de traición a la patria y sedición. ¿Cómo se declara?
- Culpable.
Sabía que de todos modos me ejecutarían. Todos teníamos claro nuestro papel en el sainete.
- ¿Es usted consciente de la vergüenza que representa para nuestra patria, para el orgullo de una nación grande y progresista? Sus convicciones flojas se han constituido en el pilar de las burlas que se prodigan a nuestro glorioso régimen.¡La volatilidad de sus principios es impropia de alguien que se llame a sí mismo ciudadano de un estado soberano como el nuestro!
Un pequeño silencio antecedió la pregunta que había esperado por años.
-¿Tiene algo que decir a su favor?
-Sí. Se me acusa de ...
- ¡Cinco minutos!
- No hay nada importante que requiera más de cinco minutos para ser expresado.
- Eso está fuera de la discusión. Continúe usted.
-Se me acusa de no abrazar una causa que no me pertenece. Se me acusa de pensar hoy algo diferente de lo que pensé ayer. Ustedes glorifican la consagración del carácter a la unificación de los principios. Es más fácil para ustedes dirigir hombrecillos uniformes que jamás cambien de parecer, pero... ¿En qué consiste la virtud de una mente estática? ¿Es acaso loable descartar todas las aristas del saber para entregarse como un monje a una sola de ellas?¿Es más virtuoso un hombre que piensa siempre en el mismo sentido, que siempre tiene definida una posición, que uno que duda, que uno que cambia de parecer?
- Está usted alejado del punto central de la discusión. ¡Usted no reconoce ninguna noción de autoridad!
- En eso tiene usted toda la razón. Carecería completamente de inteligencia si reconociera su autoridad o la de cualquier hombre sobre mí. Por el sólo hecho de haber nacido, se me ha hecho suscribir un contrato social que más parece uno de adhesión lleno de letras menudas. Yo no soy parte de SU SOCIEDAD y me rehúso a serlo si por ello tuviera que sacrificar lo que me queda de individuo y asimilarme a todos aquellos borregos que tenemos hoy como auditorio. No es que no reconozca su gobierno, es que ustedes no tienen sobre mí ningún gobierno porque esta vida es para mí un escenario de ficciones y ustedes son simples soldaditos de plomo.
- Su irreverencia es fastidiosa señor. - Y recalcó con un grito la última sílaba de la última palabra-
- Que me ejecuten me da igual. El mundo sólo existe en función del pensamiento. Cuando muera dejaré de pensar y el mundo para mí ya no existirá más.
Esta idea me hizo esbozar una sonrisa. La ausencia completa de dolor, la ausencia completa de existencia... ¿Qué podría ser más placentero? Quería que me fusilaran cuanto antes.
Me empujaron violentamente contra el paredón. Un oficial bajo y corpulento escupió sobre mí. Con los ojos vendados esperaba el estertor de la ráfaga. Treinta segundos después sentí las convulsiones de mi cuerpo al contacto del primer balazo.
Tres horas más tarde comprobé con terror que la inexistencia no existe.
Hace veintiseis años que estoy muerto.
Apartheid
Llevaba seis días solo en la finca sin hablar con nadie. Abrí los ojos a las nueve y media de la mañana y me sentí en presencia de un extraño. Me incorporé y descubrí que tenía un aliento amargo. Me lavé los dientes hasta que la espuma ya no me cabía en la boca y me senté en el comedor dispuesto a tomarme un café caliente y a entablar una conversación conmigo mismo. Un pequeño inconveniente me abarcó cuando me disponía a iniciar la conversación: No sabía si tutearme o tratarme de usted. Resolví este inconveniente convencido de que siendo YO MISMO un tipo de confianza para mí mismo, me podía tutear.
- Cuando nos tomemos el café, nos bañamos.
- Me da pereza... De todas formas nadie nos va a ver hoy.
- Pero bañarse es un asunto de dignidad, de amor propio.
- Ahh, está bien, nos tomamos el café y nos bañamos.
Caminamos descalzos hasta la habitación, nos quitamos la camisa y cuando ya me disponía a entrar en la ducha, yo mismo me interrumpió:
- ¡Hagamos flexiones de pecho! ¡Hagamos cincuenta!
- No, no, no quiero.
- Dale, dale, necesitas verte como un gladiador. ¡Adelante!
Y ahí estaba yo inclinado sobre el piso sin barrer haciendo flexiones de pecho. Yo mismo me animaba a cada segundo:
- ¡No seas flojo! ¡Duro! ¡Como un recluta!
- Ya llevo sesenta.
- ¡Vamos por cien!YO MISMO me fastidiaba a veces, quería hacerlo todo; quería siempre darse prisa con las actividades más hostigantes. A mí mismo no me gusta la arrogancia y el ímpetu de mí mismo, no me gustaba...Nos bañamos y nos vestimos con la camisa blanca y el pantalón azul claro. Nos dejamos el pelo mojado y desayunamos juntos.
- ¡Está deliciosa la piña!
- No seas tonto, no tienes que fingir ni presumir ante nadie, recuerda que estamos solos... ¡La piña está muy ácida! Dije yo mismo.
Estuvimos gran parte de la mañana en silencio y después de almorzar me dispuse a regar las matas del pequeño jardín frente a la casa.
- Regar las matas es cosa de mujeres.
- ¡Pero ya dijiste en la mañana que nadie nos está viendo!
- Bueno, sí... es verdad.
-¿Por qué no vamos a la tienda por unas cervezas? sugerí YO MISMO emocionado. Está solo a tres kilómetros de aquí.
- No, no... No soporto estar frente a la cabeza de marrano del tipo de la tienda. No me gusta como me miran los tipos en la entrada. Me observan aterrados como si se encontraran frente a una criatura de otro planeta.
- Ahh, no seas complicado, serán tan sólo dos segundos y tendremos nuestras cervezas. En treinta minutos estaremos de vuelta.
- No. Si quieres puedes ir. Yo te esperaré aquí.
- Bahh... entonces mejor fumemos un cigarrillo.
- Está bien.
Me sorprendí al encontrarme a mí mismo como mi principal contradictor. Me recosté toda la tarde en el prado, mientras YO MISMO me vigilaba y me instaba a moverme, a fijarme un objetivo.
- Mañana tenemos que afeitarnos. Nos suda mucho la cara cuando no lo hacemos.
- Sí, ya lo sé.
- Y tenemos que visitar al odontólogo, debemos tener las muelas repletas de caries.
- Ajá.
- Ya tengo sueño, vayamos a dormir.
- Está bien.
Nos acostamos los dos mirando el cieloraso.
- ¿Ya estás dormido?
- No.
- Tengo que confesarte algo.
- Ahh, no andes con rodeos; estás hablando contigo mismo.
- Creo que me estoy enamorando de tí.
- Estás confundiendo las cosas.
- No, no. Con nadie me siento tan bien como contigo.
- A mí me sucede lo mismo.
- ¿Desayunamos juntos mañana?
- Está bien. Hasta mañana.
-Hasta mañana.
- Cuando nos tomemos el café, nos bañamos.
- Me da pereza... De todas formas nadie nos va a ver hoy.
- Pero bañarse es un asunto de dignidad, de amor propio.
- Ahh, está bien, nos tomamos el café y nos bañamos.
Caminamos descalzos hasta la habitación, nos quitamos la camisa y cuando ya me disponía a entrar en la ducha, yo mismo me interrumpió:
- ¡Hagamos flexiones de pecho! ¡Hagamos cincuenta!
- No, no, no quiero.
- Dale, dale, necesitas verte como un gladiador. ¡Adelante!
Y ahí estaba yo inclinado sobre el piso sin barrer haciendo flexiones de pecho. Yo mismo me animaba a cada segundo:
- ¡No seas flojo! ¡Duro! ¡Como un recluta!
- Ya llevo sesenta.
- ¡Vamos por cien!YO MISMO me fastidiaba a veces, quería hacerlo todo; quería siempre darse prisa con las actividades más hostigantes. A mí mismo no me gusta la arrogancia y el ímpetu de mí mismo, no me gustaba...Nos bañamos y nos vestimos con la camisa blanca y el pantalón azul claro. Nos dejamos el pelo mojado y desayunamos juntos.
- ¡Está deliciosa la piña!
- No seas tonto, no tienes que fingir ni presumir ante nadie, recuerda que estamos solos... ¡La piña está muy ácida! Dije yo mismo.
Estuvimos gran parte de la mañana en silencio y después de almorzar me dispuse a regar las matas del pequeño jardín frente a la casa.
- Regar las matas es cosa de mujeres.
- ¡Pero ya dijiste en la mañana que nadie nos está viendo!
- Bueno, sí... es verdad.
-¿Por qué no vamos a la tienda por unas cervezas? sugerí YO MISMO emocionado. Está solo a tres kilómetros de aquí.
- No, no... No soporto estar frente a la cabeza de marrano del tipo de la tienda. No me gusta como me miran los tipos en la entrada. Me observan aterrados como si se encontraran frente a una criatura de otro planeta.
- Ahh, no seas complicado, serán tan sólo dos segundos y tendremos nuestras cervezas. En treinta minutos estaremos de vuelta.
- No. Si quieres puedes ir. Yo te esperaré aquí.
- Bahh... entonces mejor fumemos un cigarrillo.
- Está bien.
Me sorprendí al encontrarme a mí mismo como mi principal contradictor. Me recosté toda la tarde en el prado, mientras YO MISMO me vigilaba y me instaba a moverme, a fijarme un objetivo.
- Mañana tenemos que afeitarnos. Nos suda mucho la cara cuando no lo hacemos.
- Sí, ya lo sé.
- Y tenemos que visitar al odontólogo, debemos tener las muelas repletas de caries.
- Ajá.
- Ya tengo sueño, vayamos a dormir.
- Está bien.
Nos acostamos los dos mirando el cieloraso.
- ¿Ya estás dormido?
- No.
- Tengo que confesarte algo.
- Ahh, no andes con rodeos; estás hablando contigo mismo.
- Creo que me estoy enamorando de tí.
- Estás confundiendo las cosas.
- No, no. Con nadie me siento tan bien como contigo.
- A mí me sucede lo mismo.
- ¿Desayunamos juntos mañana?
- Está bien. Hasta mañana.
-Hasta mañana.
Wednesday, February 25, 2009
ego
Mi paso aquellos días era lento, pero sin ceremonia, desequilibrado y destartalado, me desbarataba mientras sin esfuerzo mantenía siempre la mirada atónita, como si todo lo que viera me asustara. Así caminaba y así me representaba a los que quisieran verme, y esa era siempre la impresión que causaba, una criatura fuera de lugar.
Y aun sin tener un referente de algo distitno a la vida que vivía, sentía como había algo incorrecto sobre ella. Sobre lo que en la mañana sentía, sobre lo que se suponía que debía hacer durante un día. Sentía que no estaba en su lugar el despertar y al abrir los ojos sentía que entraba en mi un sitio nuevo, al que nunca me acostumbraría.
Incluso mi propia imagen desgarbada en el espejo, mis ojos penetrantes de expresión atónita me miraban tan asustados como yo estaba de reconocerlos. Al parecer sentíamos igual. Esa imagen escualida, desgarbada y de alguna forma imponente parecía ser el mismo demonio que toda ese extraña desdicha me creaba.
Y era así como pasaba mis días, de silencio en silencio, discutiendo fuertemente conmigo tratando de decidir si todo lo negaba o me lo creía.
Un día me la pasé riendo viéndome en el espejo, mientras me respondía a la burla cruzándome de brazos y aunque dando la espalda disparaba indignación por el rabillo del ojo.
Algún otro día me levantaba pensado que el dolor no existía, y la realidad día a día desaparecía, y al completar la rutina del despertar, abrir los ojos, ubicar mi existencia en cierto tiempo y cierto espacio, ubicaba el cielo raso blanco y se me presentaba de diferentes formas.
En esencia, lo que percibían mis ojos era siempre el mismo escenario, pero de alguna forma siempre me representaba aquella simple imagen de distintas formas, por alguna razón, aunque el blanco seguía siendo blanco su significado cambiaba. Y un día el blanco podía ser tranquilidad, otro día podía signficar vacío, y otro día pasaba desapercibido.
Así mismo se confundía mi caminar en las calles, algunas veces los andenes eran demasiado rectos para mì, me molestaba encontrar que llevaba mucho tiempo caminando derecho, por lo que me aburría y desesperaba, mientras otras veces me veía andar sobre el dorso de una culebra.
Las personas que me encontraban en el camino, en un buen día, me ignoraban y andaban sin sentirme, en días así que no me veían, unos cuantos chocaban conmigo,se confundían al no encontrar la causa de su tropiezo y sin embargo al instante lo olvidaban y seguían su camino, pues tenían muy robotizado su objetivo. Otros dìas era testigo de la transifiguración de sus rostros de distintas maneras, una mujer podía convertirse en hombre, un niño en anciano. Podían aparecer individuos que antes no estaban u otros podían desaparecer después e haberse cruzado en mi paso.
Un día, un niño venía jugando con los patrones de los andenes, saltando allì y allá divertido, haciendo correr pequeños amigos imaginarios que saltaban de árbol en árbol, mientras él los imitaba con sus manos. Yo no veía su rostro, por lo que me detuve fascinado, esperando concerlo. Siempre lo ocultó de mi, hasta el último momento cuando ya pasaba por mi lado y me dirigió su rostro que me congeló de espanto.
Así era que yo iba saltando de día en día, de impresión en impresión. Así era que me convertía siempre en una persona diferente y así a veces despertaba gordo y otras veces despertaba flaco, un día era alguien de caracter fuerte que no acepataba un desayuno sin sal. Mientras otros días los pasaba escondido debajo de mi cama con un pánico invencible, provocado por la amenzante posición en que veía ubicado al grifo del lavamanos, acompañada de mi propia mirada furibunda en el espejo.
Nunca pude saber, que era, lo que me mantenía, porque siempre había algo que me permitía reconocer que era siempre yo, a pesar de que mi memoria también se transoformaba y creía que siempre mis impresiones habían sido esas, de alguna forma era consciente de mi mutable condición y de alguna forma podía sentirme confiado de que siempre era yo.
Hasta que un día salí del espejo, con desaprobación moví la cabeza de lado a lado negándome y dejándome allí tirado salí por siempre de aquel lugar, sorprendiéndome al llegar a uno menos sensato.
Tuesday, February 24, 2009
La importancia de llamarse Jorge Andrés
RiNGggggg!!!! 5:39 a.m.Me levanté despacio y aturdido por el sonido estridente del despertador. Me ví en el espejo grande frente a mi cama. Di cuatro pasos en dirección al baño y volví al espejo; acerqué mi cara hasta tenerla en primerísimo plano y refregué mis ojos con el dedo del medio.
Bajé las escaleras con pasos atontados y entré en la cocina todavía adormilado. Abrí la nevera y tanteé con una mano el espacio destinado a los huevos. Tomé uno, al azar, entre treinta y seis que reposaban amontonados en desorden. Cuando me disponía a estrellarlo contra el borde de una cazuela, decidí que lo que quería era un huevo duro, un huevo tibio, como en los viejos tiempos.
Espere sentado en un taburete pequeño a que el agua empezara a gorgotear. Le quité la cáscara y lo tomé con el dedo pulgar por un extremo y con el meñique por el otro. Por unos instantes observé los restos de membrana viscosa sobre su superficie... ¿Qué desatino cruel de la naturaleza ha podido poner en la galería de imágenes de la vida a un huevo? ¡Un óvulo de gallina! Del galpón a la cazuela... Un huevo... un huevo... Jamás sentirá la emoción de una montaña rusa, ni la sensación calurosa de dormir acompañado, ni la satisfacción de engañar a alguien con mentiras tontas, ni podrá sentarse en el cine con un tarro lleno de crispetas, ni experimentará el placer trepidante de quitarse los calzoncillos, ni verá el amanecer después de la tormenta, ni sudará excitado en una fiesta electrónica, ni pensará inquieto cómo comportarse ante los padres de su novia... No estrenará una camisa bonita el treinta y uno de Diciembre, ni se podrá bañar en Balenciaga antes de una cita, ni siquiera podrá subirse al bus y mirar de reojo las medias de lana de la rubia jamona del lado...
En estas disquisiciones me encontraba, cuando escuché una vocecilla tenue que se filtraba por los recovecos de mi canal auditivo...
-el radio? el radio está desconectado.
fssss, casi inaudible por momentos, la vocecilla empezó a tomar consistencia......
Tampoco me sorprenderá el lunes ansioso, ni tendré que soportar once años de colegio, cinco en la universidad y cuarenta de tardes tediosas en la oficina, ni me atormentarán los espíritus malignos, ni me retorceré con espanto cuando no se me pare, ni me arrugaré cuando esté viejo... No soportaré las tragedias familiares, ni a los vendedores puerta a puerta; ni seré víctima de amores no correspondidos... No tendré que hablar en público, ni levantarme a las cinco y treinta y nueve todos los días, ni...
Me lo llevé con firmeza a la boca y lo engullí de un zarpazo.
Bajé las escaleras con pasos atontados y entré en la cocina todavía adormilado. Abrí la nevera y tanteé con una mano el espacio destinado a los huevos. Tomé uno, al azar, entre treinta y seis que reposaban amontonados en desorden. Cuando me disponía a estrellarlo contra el borde de una cazuela, decidí que lo que quería era un huevo duro, un huevo tibio, como en los viejos tiempos.
Espere sentado en un taburete pequeño a que el agua empezara a gorgotear. Le quité la cáscara y lo tomé con el dedo pulgar por un extremo y con el meñique por el otro. Por unos instantes observé los restos de membrana viscosa sobre su superficie... ¿Qué desatino cruel de la naturaleza ha podido poner en la galería de imágenes de la vida a un huevo? ¡Un óvulo de gallina! Del galpón a la cazuela... Un huevo... un huevo... Jamás sentirá la emoción de una montaña rusa, ni la sensación calurosa de dormir acompañado, ni la satisfacción de engañar a alguien con mentiras tontas, ni podrá sentarse en el cine con un tarro lleno de crispetas, ni experimentará el placer trepidante de quitarse los calzoncillos, ni verá el amanecer después de la tormenta, ni sudará excitado en una fiesta electrónica, ni pensará inquieto cómo comportarse ante los padres de su novia... No estrenará una camisa bonita el treinta y uno de Diciembre, ni se podrá bañar en Balenciaga antes de una cita, ni siquiera podrá subirse al bus y mirar de reojo las medias de lana de la rubia jamona del lado...
En estas disquisiciones me encontraba, cuando escuché una vocecilla tenue que se filtraba por los recovecos de mi canal auditivo...
-el radio? el radio está desconectado.
fssss, casi inaudible por momentos, la vocecilla empezó a tomar consistencia......
Tampoco me sorprenderá el lunes ansioso, ni tendré que soportar once años de colegio, cinco en la universidad y cuarenta de tardes tediosas en la oficina, ni me atormentarán los espíritus malignos, ni me retorceré con espanto cuando no se me pare, ni me arrugaré cuando esté viejo... No soportaré las tragedias familiares, ni a los vendedores puerta a puerta; ni seré víctima de amores no correspondidos... No tendré que hablar en público, ni levantarme a las cinco y treinta y nueve todos los días, ni...
Me lo llevé con firmeza a la boca y lo engullí de un zarpazo.
Monday, February 23, 2009
mañana, hoy o ayer
Todavía no estoy listo para contar lo que me pasará mañana, ni para empezar a describir como se vestirá el día cuando salga por primera vez a la calle.
Mucho menos voy a perder el tiempo escribiendo como llegaré hasta el insalvable obstáculo del medio día, ni como superaré la maratónica labor de empujar el segundero a través de la tarde.
Me enferma la sola idea de tener que repasar, cara por cara las impresiones que me causarán los que en mi camino se crucen.
Apenas si soportartaré el mareo provocado por la mirada angustiada sobre el camino largo que quedará aún por recorrer.
Me encontraré con la dificultad de darle hilo al día, de encontrarle sentido a la serie de sucesos. Cada uno se irá quedando sólo, indeterminado e irá desapareciendo al hacerse manifiesto su significado.
El día pasará, puedo decirlo, como nada más que un largo , larquísimo bostezo, que solo quedará por acabar olvidándose bajo el pesado cerrar de mis ojos... Así fue como olvidándome de ayer salí hoy... y mis ojos se atreven a cerrarse de nuevo.
Mucho menos voy a perder el tiempo escribiendo como llegaré hasta el insalvable obstáculo del medio día, ni como superaré la maratónica labor de empujar el segundero a través de la tarde.
Me enferma la sola idea de tener que repasar, cara por cara las impresiones que me causarán los que en mi camino se crucen.
Apenas si soportartaré el mareo provocado por la mirada angustiada sobre el camino largo que quedará aún por recorrer.
Me encontraré con la dificultad de darle hilo al día, de encontrarle sentido a la serie de sucesos. Cada uno se irá quedando sólo, indeterminado e irá desapareciendo al hacerse manifiesto su significado.
El día pasará, puedo decirlo, como nada más que un largo , larquísimo bostezo, que solo quedará por acabar olvidándose bajo el pesado cerrar de mis ojos... Así fue como olvidándome de ayer salí hoy... y mis ojos se atreven a cerrarse de nuevo.
Sunday, February 22, 2009
2009 - 2700 (Las caleñas son como las flores)
Como consecuencia de los mensajes poco amistosos que he recibido en los últimos días, remitidos por el grupo ecológico "Amigos de las ballenas" * , Me encuentro en la obligación de hacer pública mi verdadera apreciación sobre tan formidables marinos de agua salada. En realidad nunca he visto una... pero afortunadamente cuento en mi teleguía con el educativo y entretenidísimo ¡ANIMAL PLANET! Lo que me ha permitido crearme una impresión certera sobre las consecuencias de aparearse con la hembra equivocada en un clan de chimpancés o la difícil vida que llevan las jirafas cuelli-corticas- La semana pasada me sorprendí al conocer que el pene de una ballena macho (porque las hembras no tienen) puede llegar a medir hasta tres metros! Me sentí disminuido y atrozmente defraudado por la cruel naturaleza. Tal vez aquello me incitó a manifestarme tímidamente en contra de los marchantes que la semana pasada arruinaron mi cita vespertina... pero por lo demás, las ballenas me parecen animales muy simpáticos y sobre todo MUY GRANDES! .
Lo que me irrita un poco, es entrever entre las líneas del mensaje, que aquella organización preferiría, en el evento de tener que escoger, la vida de una ballena azul a la mía. No sólo quieren acabar con las hormigas... Ahora tampoco simpatizan con los homo - sapiens.
De seguir con su empresa arrebatada, el panorama para el año 2.700 sería horroroso! Ya no tendríamos como secretaria a la adorable "Dorita"... O bueno, podría también llamarse Dorita, pero ya no sería la señora sonriente de eterno cepillado y maquillaje impecable, sino una Jorobada del Pacífico apoltronada incómodamente sobre un sofá inmenso mientras llama por el auricular (si es que todavía existen en el 2.700) al jefe, un cachalote malencarado que cuando se irrita da coletazos enfurecidos a los empleados. En Canadá, el equipo campeón de hockey sobre hielo estaría conformado por seis voraces Orcas que tras derrotar estrepitosamente a sus rivales humanos, los devorarían y escupirían sus cabezas. En Amsterdam, siete belugas, sus labios maquillados de rojo carmesí, y sus ligueros provocadores, reposarían a la expectativa de endebles clientes humanos.
Esperen - suena el teléfono
YO: -Aló?
INTERLOCUTOR: - uiaiioooouuumm....mmmm...fffff
YO: -No me joda!
INTERLOCUTOR: jauuuubelooooouiuiuiui.... (sonido ensordecedor)
Ya hasta llaman por teléfono a joder... Bueno, no tengo nada en su contra. Pero me causa mucha gracia imaginarme a los descendientes de los marchantes, organizando manifestaciones enormes en 2.700 para librarse de la opresión de las ballenas.
La historia es muy graciosa.
*. Nombre ficticio.
Lo que me irrita un poco, es entrever entre las líneas del mensaje, que aquella organización preferiría, en el evento de tener que escoger, la vida de una ballena azul a la mía. No sólo quieren acabar con las hormigas... Ahora tampoco simpatizan con los homo - sapiens.
De seguir con su empresa arrebatada, el panorama para el año 2.700 sería horroroso! Ya no tendríamos como secretaria a la adorable "Dorita"... O bueno, podría también llamarse Dorita, pero ya no sería la señora sonriente de eterno cepillado y maquillaje impecable, sino una Jorobada del Pacífico apoltronada incómodamente sobre un sofá inmenso mientras llama por el auricular (si es que todavía existen en el 2.700) al jefe, un cachalote malencarado que cuando se irrita da coletazos enfurecidos a los empleados. En Canadá, el equipo campeón de hockey sobre hielo estaría conformado por seis voraces Orcas que tras derrotar estrepitosamente a sus rivales humanos, los devorarían y escupirían sus cabezas. En Amsterdam, siete belugas, sus labios maquillados de rojo carmesí, y sus ligueros provocadores, reposarían a la expectativa de endebles clientes humanos.
Esperen - suena el teléfono
YO: -Aló?
INTERLOCUTOR: - uiaiioooouuumm....mmmm...fffff
YO: -No me joda!
INTERLOCUTOR: jauuuubelooooouiuiuiui.... (sonido ensordecedor)
Ya hasta llaman por teléfono a joder... Bueno, no tengo nada en su contra. Pero me causa mucha gracia imaginarme a los descendientes de los marchantes, organizando manifestaciones enormes en 2.700 para librarse de la opresión de las ballenas.
La historia es muy graciosa.
*. Nombre ficticio.
Friday, February 20, 2009
Asevero
Sí, tal vez podría escribir y contar como me rodé por las malditas escaleras, tal vez podría volver a rodar y ver girar los recuerdos.
O podría simplemente quedarme en esta silla remordiendo mis labios y castigándome con una mirada fija en el sucio piso de madera.
Pero Pedro no me deja , su ceja se fija en mi oreja, y en forma de queja cuando se aleja.... -¡Es una pendeja!- grito.
El grifo sigue abierto, y Alberto a a quien no advierto, pierdo. ¡Mierda!.
Es ella quien lo ocasiona, así funciona, se frunce y cuando se emociona, suena. Entra, se centra, se concentra y aprieta la cuerda gruesa.
Es obesa y está sucia, pero no por esto renuncia y al contrario anuncia: Denuncia!.
Me frunzo y la disgusto mientras me asusto, porque no me ajusto. Y es justo!.
Pero con gusto asevero: "fue severo el celo, de un pelo me apego"... y me pegó, mi sangre se regó y mi ego hirió.
Cogió un lirio y parecía un delirio cuando lo prendió, luego lo sacudió, cuando Alberto acudió. Se enredaron, se rieron, se pegaron, se agazaparon, se escondieron, minúsculas chispas murieron, casi ni fueron.
Pedí perdón y se abalanzaron a desatarme, ahora si querían acatarme cuando pedí la hora.
Nora!, el reloj, joder, la hora. Por qué no se apura, no ve que supura?.
Y por pura duda, ella, ruda, mientras suda, llora por su lora, la cantora.
En un cerrar y abrir de ojos de uno de sus piojos y de una araña milojos, me incorporo, me toco un poro y me acongojo por el dolor inoloro.
Salimos todos corriendo, viendo como vamos subiendo.
Abriendo, caminando, entrando, cerrando, subiendo.
Parando, oliendo, viendo, gritando, llorando.
Agonizando, moviéndose, susurrando, callando, mirando y muriendo.
Bajando, abriendo, saliendo, caminando, cerrando. ATROPELLADO!
O podría simplemente quedarme en esta silla remordiendo mis labios y castigándome con una mirada fija en el sucio piso de madera.
Pero Pedro no me deja , su ceja se fija en mi oreja, y en forma de queja cuando se aleja.... -¡Es una pendeja!- grito.
El grifo sigue abierto, y Alberto a a quien no advierto, pierdo. ¡Mierda!.
Es ella quien lo ocasiona, así funciona, se frunce y cuando se emociona, suena. Entra, se centra, se concentra y aprieta la cuerda gruesa.
Es obesa y está sucia, pero no por esto renuncia y al contrario anuncia: Denuncia!.
Me frunzo y la disgusto mientras me asusto, porque no me ajusto. Y es justo!.
Pero con gusto asevero: "fue severo el celo, de un pelo me apego"... y me pegó, mi sangre se regó y mi ego hirió.
Cogió un lirio y parecía un delirio cuando lo prendió, luego lo sacudió, cuando Alberto acudió. Se enredaron, se rieron, se pegaron, se agazaparon, se escondieron, minúsculas chispas murieron, casi ni fueron.
Pedí perdón y se abalanzaron a desatarme, ahora si querían acatarme cuando pedí la hora.
Nora!, el reloj, joder, la hora. Por qué no se apura, no ve que supura?.
Y por pura duda, ella, ruda, mientras suda, llora por su lora, la cantora.
En un cerrar y abrir de ojos de uno de sus piojos y de una araña milojos, me incorporo, me toco un poro y me acongojo por el dolor inoloro.
Salimos todos corriendo, viendo como vamos subiendo.
Abriendo, caminando, entrando, cerrando, subiendo.
Parando, oliendo, viendo, gritando, llorando.
Agonizando, moviéndose, susurrando, callando, mirando y muriendo.
Bajando, abriendo, saliendo, caminando, cerrando. ATROPELLADO!
It´s evolution baby!
Me bajé del carro para quitar la inmundicia casi líquida que un pájaro inescrupuloso dejó sobre el parabrisas... me hacía desviar los ojos y me impedía concentrarme en el tráfico desordenado de las dos de la tarde. A cien metros, e iluminadas sus cabelleras desordenadas y sus dientes sin lavar por el sol incandescente, veía cómo se acercaba una multitud de manifestantes... "¡NO A LA CAZA DE BALLENAS EN EL MAR DEL NORTE!" rezaban unas pancartas de cartulina blanca y ajada. Dos hombres de edades entre veinte y treinta años lideraban silenciosos la marcha con sus bufandas y su aire de estudiantes parisinos (sólo que nacidos en el trópico y criados con aguapanela). ¡Clamamos por el fin de esta barbarie!-gritaban atrás cuatro mujeres desgreñadas y con collares precolombinos que adornaban sus deslucidos pechos- Parado con la mano en el trapo húmedo sobre el parabrisas, los veía acercarse, y desilusionado al comprobar que no lograría llegar a las dos y media al apartamento donde me esperaban tres six pack de cerveza y una visitante asidua, subí de nuevo al carro, y cerré los ojos adormilado mientras pasaba la marcha de amigos de las ballenas. Soñaba que un marrano me perseguía y que yo perseguía a una oveja.
- TAZ! TAZ! retumbó la ventana del parabrisas.- ... Se habrá cagado un elefante esta vez! - pensé aún adormilado -
- ¡Ey Amigo! ¡Esto nos concierne a todos!
Bostecé y le dije con las manos que se fuera.
- ¡Por gente como usted es que nos vamos a quedar sin ballenas!
Sólo atiné a pensar: ¡Qué güevón tan cansón!
- Oiga, haga su marcha tranquilo, pero déjeme dormir.
- ¿Tan poco le importan "nuestras" ballenas?
-¿Tan poco le importan las hormigas?
- ¿Qué está diciendo? ¡Le estoy hablando de algo SERIO!
- Está parado en una.
- ¿En una qué? - preguntó el activista con el cuello rojo y los ojos llenos de rabia.
- En una hormiga.
- TAZ! TAZ! retumbó la ventana del parabrisas.- ... Se habrá cagado un elefante esta vez! - pensé aún adormilado -
- ¡Ey Amigo! ¡Esto nos concierne a todos!
Bostecé y le dije con las manos que se fuera.
- ¡Por gente como usted es que nos vamos a quedar sin ballenas!
Sólo atiné a pensar: ¡Qué güevón tan cansón!
- Oiga, haga su marcha tranquilo, pero déjeme dormir.
- ¿Tan poco le importan "nuestras" ballenas?
-¿Tan poco le importan las hormigas?
- ¿Qué está diciendo? ¡Le estoy hablando de algo SERIO!
- Está parado en una.
- ¿En una qué? - preguntó el activista con el cuello rojo y los ojos llenos de rabia.
- En una hormiga.
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