Friday, August 27, 2010
Aguacate Verde
Puede que este blog ande rondando. Y puede que ustedes se estén perdiendo. Un aguacate verde puede ser una descripción obvia y fácil, por eso les quiero complicar las cosas invitándolos a leer la continuación de este desvarío en http://aguacateverde.blogspot.com
Monday, July 13, 2009
Equivocarse de hora
-Tocando el bongó, me acojo. ¿Qué ves?
-Veo una rata empantanada. Que murió ahogada al calor de la luna.
-La Luna fue la que murió ahogada, acampaba al lado de un río.
-Me río. ¡Murió!.
Mario Birjamer escribe en sus antologías del pasado la transcurrencia de un encuentro de conversaciones pausadas. El anacrónico autor, nacido fuera del reloj, inexistió en la historia de un libro que protagoniza. El Apócrifo de Mario. Aclamado por el viento que pasó sus hojas y olvidado.
-Mario, ¿has pensado en lo que has hecho?.
-Todo el tiempo, pienso cada paso. Es como si no pudiera existir sin saber.
-Gracias por tu opinión. Ese era Mario.
Algún día joven, esto fue lo que pasó:
-Mami, estoy que estudio-
-Ajá- Esa fue la lacónica respuesta expuesta por su mismísima madre.
En el avanzar de las horas y en el diluir lagrimal, un espasmo en la cintura y la mala incomodidad, la oscuridad cobró tiempo.
-Tengo una oreja más grande que otra, estoy seguro.
-Yo también.
-No estoy de acuerdo.
AL caer se mojó y una burlesca mueca le sonrió dibujada en una arruga del pantalón. Esto le sucede en la noche a un demonio que solo sale de día.
-Veo una rata empantanada. Que murió ahogada al calor de la luna.
-La Luna fue la que murió ahogada, acampaba al lado de un río.
-Me río. ¡Murió!.
Mario Birjamer escribe en sus antologías del pasado la transcurrencia de un encuentro de conversaciones pausadas. El anacrónico autor, nacido fuera del reloj, inexistió en la historia de un libro que protagoniza. El Apócrifo de Mario. Aclamado por el viento que pasó sus hojas y olvidado.
-Mario, ¿has pensado en lo que has hecho?.
-Todo el tiempo, pienso cada paso. Es como si no pudiera existir sin saber.
-Gracias por tu opinión. Ese era Mario.
Algún día joven, esto fue lo que pasó:
-Mami, estoy que estudio-
-Ajá- Esa fue la lacónica respuesta expuesta por su mismísima madre.
En el avanzar de las horas y en el diluir lagrimal, un espasmo en la cintura y la mala incomodidad, la oscuridad cobró tiempo.
-Tengo una oreja más grande que otra, estoy seguro.
-Yo también.
-No estoy de acuerdo.
AL caer se mojó y una burlesca mueca le sonrió dibujada en una arruga del pantalón. Esto le sucede en la noche a un demonio que solo sale de día.
Wednesday, March 25, 2009
Aterrizamos alrededor de las dos de la tarde. Acababa de llover. Me llevé el sombrero a la cabeza y allí lo sostuve mientras la barca se dejaba arrastrar por el viento; cantaba una melodía suave y avanzaba arrullada por su suave, propio silbido.
Él no supo más que retroceder mientras dejaba al pánico crecer sin retirar su mirada fija y escandalizada sobre el cuchillo cubierto de sangre seca.
Hacía calor y el olor resbaladiso del piso contaba historias desconocidas que se filtraban pero escabullían sobre mi conciencia desierta, mientras el agua caída se evaporaba.
El viento seguía golpeando con fuerza, levantaba faldas como sombreros, despeinaba y aturdía. Susurraba potentes declaraciones mientras acariciaba con frialdad sus oídos al pasar.
Se detuvo, no por voluntad. Su pavor siguió creciendo. Comenzó a apretar su estòmago, a tensar los músculos del abdomen mientras se imaginaba el filo frío y la rohosa textura del cuchillo oxidado sobre su piel tibia.
Nos bajamos del avión ansiosos y no era posible simular nuestras sonrisas grandes mientras las colas de nuestros abrigos se ondeban al son de la bienvenida silenciosa.
Con el cuchillo en su mano se estremeció, pero al superarlo, se acercó. Mataría de nuevo.
Aturdido y congelado se quedó mientras veía como el agresor corría alarmado. Revisó su costado para encontrar sólo un rasguño. Extrañamente se encontraba defraudado. No se fue tranquilo. Después de veinte días hospitalizado, la infección se había dispersado con éxito en su cuerpo, así como una persevarante gota de agua permea un trapo. Moría. A un lado de su cuchillo mohoso, pendió colgado, dando fin al reloj que marcaba el tiempo de su existencia.
Él no supo más que retroceder mientras dejaba al pánico crecer sin retirar su mirada fija y escandalizada sobre el cuchillo cubierto de sangre seca.
Hacía calor y el olor resbaladiso del piso contaba historias desconocidas que se filtraban pero escabullían sobre mi conciencia desierta, mientras el agua caída se evaporaba.
El viento seguía golpeando con fuerza, levantaba faldas como sombreros, despeinaba y aturdía. Susurraba potentes declaraciones mientras acariciaba con frialdad sus oídos al pasar.
Se detuvo, no por voluntad. Su pavor siguió creciendo. Comenzó a apretar su estòmago, a tensar los músculos del abdomen mientras se imaginaba el filo frío y la rohosa textura del cuchillo oxidado sobre su piel tibia.
Nos bajamos del avión ansiosos y no era posible simular nuestras sonrisas grandes mientras las colas de nuestros abrigos se ondeban al son de la bienvenida silenciosa.
Con el cuchillo en su mano se estremeció, pero al superarlo, se acercó. Mataría de nuevo.
Aturdido y congelado se quedó mientras veía como el agresor corría alarmado. Revisó su costado para encontrar sólo un rasguño. Extrañamente se encontraba defraudado. No se fue tranquilo. Después de veinte días hospitalizado, la infección se había dispersado con éxito en su cuerpo, así como una persevarante gota de agua permea un trapo. Moría. A un lado de su cuchillo mohoso, pendió colgado, dando fin al reloj que marcaba el tiempo de su existencia.
Thursday, March 19, 2009
Elemental
Le tengo miedo al aire que respiro. Me asusta mucho su pretenciosidad, su vanidad, como se vanagloria de vida.
Hoy en día se sobrestima mucho el aire que respiramos. No sólo lo respiramos, lo olemos y nos empuja. Invade nuestra intimidad. Siempre siento que me golpea más fuerte cuando estoy desnudo. Hay quienes lo defienden de forma absurda, mientras lo acusan de darnos la vida. Yo no me quejo siempre. He tratado de quedarme sin aire, pero existe alguna clase de adicción. Si hubiera clínicas de recuperación, seguramente también terminarían llenas de aire.Oh, el absurdo aire, hay aire hasta en el aire. Nadie quiere vivir sin aire, es tan fuerte la dependencia que se mueren de asfixia si no lo tienen. Si yo fuera aire me iría,a buscar mejores aires. Pero no soy aire y no me gustan ni los malos ni los buenos aires. Yo no creo en el aire. Son teorías llenas de viento.
El agua no me da miedo, no en todos sus estados. Solo me asusta congelada y sólo me disgusta cuando moja. Me parece odiosa cuando se evapora y anda por ahí pegándose de los vidrios. Una vez me bañé.
La tierra tiene una personalidad más calmada, pero en tumulto y agitada es como un terremoto. Es feliz empantándose con el agua, pero ensuciar la tierra es como insultar al aire.
Me gusta el fuego porque es caliente y frío me gusta como no existe. Me encanta ese caracter ausente. Los dos podríamos yacer bajo tierra, pero él, no vivir sin aire, como odia vivir bajo el agua.
Una vez lleno de aire me tire entierrado al agua y prendí fuego. Y morimos felices algunos, otros nos quemamos, pero la mayoría simplemente dormimos. Es cuestión de ánimos, a veces los ánimos se calientan. A veces se queman tanto como se congelan, todos somos igual de elementales.
Todos son unos engreídos, venidos a más, pelean por saber quien existe más. Yo estoy cansado desde el principio que no tengo y ansioso del final que no va a llegar. Soy infinito desde ayer hasta mañana. Tengo todo el tiempo del mundo por un segundo. Así que no me rendiré hasta empezar. Que se vengan mil tormentas igual no sé nadar. Da igual si llueve porque no tengo sombrilla. Si hace calor no me importa porque me derrito con facilidad. Que importa si muero si estoy lleno de ganas por vivir. Si el amor no llega pues me enamoro y ya. Y si no hay comida me la como. Yo decidí no saber que hacer, entonces seguiré inseguro, mientras perdure.
Hoy en día se sobrestima mucho el aire que respiramos. No sólo lo respiramos, lo olemos y nos empuja. Invade nuestra intimidad. Siempre siento que me golpea más fuerte cuando estoy desnudo. Hay quienes lo defienden de forma absurda, mientras lo acusan de darnos la vida. Yo no me quejo siempre. He tratado de quedarme sin aire, pero existe alguna clase de adicción. Si hubiera clínicas de recuperación, seguramente también terminarían llenas de aire.Oh, el absurdo aire, hay aire hasta en el aire. Nadie quiere vivir sin aire, es tan fuerte la dependencia que se mueren de asfixia si no lo tienen. Si yo fuera aire me iría,a buscar mejores aires. Pero no soy aire y no me gustan ni los malos ni los buenos aires. Yo no creo en el aire. Son teorías llenas de viento.
El agua no me da miedo, no en todos sus estados. Solo me asusta congelada y sólo me disgusta cuando moja. Me parece odiosa cuando se evapora y anda por ahí pegándose de los vidrios. Una vez me bañé.
La tierra tiene una personalidad más calmada, pero en tumulto y agitada es como un terremoto. Es feliz empantándose con el agua, pero ensuciar la tierra es como insultar al aire.
Me gusta el fuego porque es caliente y frío me gusta como no existe. Me encanta ese caracter ausente. Los dos podríamos yacer bajo tierra, pero él, no vivir sin aire, como odia vivir bajo el agua.
Una vez lleno de aire me tire entierrado al agua y prendí fuego. Y morimos felices algunos, otros nos quemamos, pero la mayoría simplemente dormimos. Es cuestión de ánimos, a veces los ánimos se calientan. A veces se queman tanto como se congelan, todos somos igual de elementales.
Todos son unos engreídos, venidos a más, pelean por saber quien existe más. Yo estoy cansado desde el principio que no tengo y ansioso del final que no va a llegar. Soy infinito desde ayer hasta mañana. Tengo todo el tiempo del mundo por un segundo. Así que no me rendiré hasta empezar. Que se vengan mil tormentas igual no sé nadar. Da igual si llueve porque no tengo sombrilla. Si hace calor no me importa porque me derrito con facilidad. Que importa si muero si estoy lleno de ganas por vivir. Si el amor no llega pues me enamoro y ya. Y si no hay comida me la como. Yo decidí no saber que hacer, entonces seguiré inseguro, mientras perdure.
Eso es vida
Al bus se sube un señor en silla de ruedas y me levanto de la cama. Apago el despertador para notar que la leche se hizo nata en mi café. El mar parece vacío, no me gusta, también tengo un amigo en el ejército. Pero cuando bajo el primer pie de la cama no encuentro mis chanclas. Es lunes y mirando el techo mientras decido si me levanto siento frío porque estiro la mano para parar el bus, así que me lavo los dientes. No me gustó el chocolate, así que llego a mi destino mientras hago el café. Ver las estrellas me da vértigo. Pienso que me levanto, tengo que ir a trabajar, es por eso que puedo dormir más si me sirvo el desayuno, tengo un pantalón azul despierto a la vez que me fijo en que esté bien la hora de mi despertador y luego veo televisión aunque me gustaría más tener un reloj, así si no ha llegado el periódico de hoy y ya quiero volver a la casa mientras me subo y el bus está lleno, pues hoy tengo ganas de salir. Al otro lado hay un perro amarrado, casualmente hay mucho ruido pero no le gusta hacer ejercicio y me duele un pie, entonces, me siento con ira y camino hacia el baño pensando que ojalá mañana no tenga que madrugar y leo mientras espero que me de sueño. Se empieza a desocupar el bus cuando bajo el otro pie de la cama y me estiro el sábado, pido pastas para almorzar a la vez que suena el despertador y todavía no sé que voy a desayunar, es que hoy me quiero vestir de negro, la causa es que no he comido nada desde el almuerzo. ¿Y si le pregunto a alguien la hora? entonces estoy soñando que mi cama está en la sala, siempre siento eso cuando llega el periódico y no me gusta la gente desubicada.
Paredes: decoración, técnicas y materiales
Estúpidas y atolondradas se aglomeraron cansadas de estudiar. Una más gorda que la otra y todas encima de todas. Una saltó de la dicha con una galleta cubierta totalmente por una especie de crema.
Las paredes comenzaron a caer y la mayoría murió aplastada, la mayoría de galletas desharinadas y sólo un grito de dicha persisíta, uno que asistía en su ausencia, lleno de grandeza, de júbilo, extático y trascendental, tan aburridor como aturdidor, un murmullo gritado.
Se levantó el humo y se levantó el vapor confuso que produce la sangre caliente. El charco de sustancia espesa y vizcosa creció, se expandió y todo lo manchó de azul, harinas, galletas y grasa de foca. Más azul que el amarillo, más rojo que el verde y sin duda más blanco que el negro. Era un perro roído era una rata podrida en un gato escondido con la piel al revés. Tripas, cortes, verrugas y emulciones. Un vaho de terror cubrió sus rostros apabullándolas, ahuyándolas, ayudándoles arruyándalas. Las alas a las malas, las mató. Tomaron. Uno y dos y jugaron del cuatro al tres, mañana se cayeron y ayer llorarán por el tiempo perdido en el tiempo, en el espacio apretado que deja el vacío. Un hombre silbaba alrededor y todo lo cubría de silencio con su son atronador, vinieron los truenos, los ruegos, los riegos, las aguas, las matas... las palomas sus palmas aplaudieron en un gozo aterrador. En el calor, en su hedor se siguió derrumbando pared a pared, puerta a puerta. Nadie abrió.
Las paredes comenzaron a caer y la mayoría murió aplastada, la mayoría de galletas desharinadas y sólo un grito de dicha persisíta, uno que asistía en su ausencia, lleno de grandeza, de júbilo, extático y trascendental, tan aburridor como aturdidor, un murmullo gritado.
Se levantó el humo y se levantó el vapor confuso que produce la sangre caliente. El charco de sustancia espesa y vizcosa creció, se expandió y todo lo manchó de azul, harinas, galletas y grasa de foca. Más azul que el amarillo, más rojo que el verde y sin duda más blanco que el negro. Era un perro roído era una rata podrida en un gato escondido con la piel al revés. Tripas, cortes, verrugas y emulciones. Un vaho de terror cubrió sus rostros apabullándolas, ahuyándolas, ayudándoles arruyándalas. Las alas a las malas, las mató. Tomaron. Uno y dos y jugaron del cuatro al tres, mañana se cayeron y ayer llorarán por el tiempo perdido en el tiempo, en el espacio apretado que deja el vacío. Un hombre silbaba alrededor y todo lo cubría de silencio con su son atronador, vinieron los truenos, los ruegos, los riegos, las aguas, las matas... las palomas sus palmas aplaudieron en un gozo aterrador. En el calor, en su hedor se siguió derrumbando pared a pared, puerta a puerta. Nadie abrió.
Tuesday, March 17, 2009
jicotraliulgalporgunlopiruquetrabizatalequertiar sin estilo
Aprenda a tratar con frutas y como tragar clavos. Cogerlo (el clavo) por la base y clavarlo en la lengua (el clavo), luego tragar la lengua (la lengua) es más fácil que tragarse un clavo (en la lengua), ahogarse (sin lengua) y a última hora sacar la lengua (con el clavo) expirando, suspirando (ni clavo, ni lengua, aire) y renaciendo (el tragador de clavos), pariendo (una caja de clavos o en engendrador de engendrador de clavos tragador), brotando enterrado (en la tierra, con lengua, clavos, engedrados y cada uno y todo degenerado generado).
- En un palo muy alto allá en el alto, salto, cuando caigo me sorprendo en el piso. Me piso, me abro, me sonrojo, pero con la sangre afuera.
- ¡afuera!
- fuera o no fuera, ese era el asunto.
- puto, muy negro ....
- rojo dije.
- ...apretando el lápiz con fuerza, brotando los ojos, enrojeciendo, enfureciendo, hasta que el lápiz traspase la mesa, la mesa traspase su cabeza (ya no hay lengua, ni clavo que la sostenga).
- Mesa. Me pesa la mesa, porque encima tiene una pesa.
- Una mesa en una mesa en una mesa en una mesa y todo en una silla.
- En un palo muy alto allá en el alto, salto, cuando caigo me sorprendo en el piso. Me piso, me abro, me sonrojo, pero con la sangre afuera.
- ¡afuera!
- fuera o no fuera, ese era el asunto.
- puto, muy negro ....
- rojo dije.
- ...apretando el lápiz con fuerza, brotando los ojos, enrojeciendo, enfureciendo, hasta que el lápiz traspase la mesa, la mesa traspase su cabeza (ya no hay lengua, ni clavo que la sostenga).
- Mesa. Me pesa la mesa, porque encima tiene una pesa.
- Una mesa en una mesa en una mesa en una mesa y todo en una silla.
Saliendo o entrando, de un lugar a otro cambiando. Caminando , sea quieto o sea parado da lo mismo cuando todo es igual.
Nunca he estado de acuerdo con las ideas que se me oponen (comenzando a acelerar), me parece que quisieran convencerme de lo que yo no estoy convencido. Así de fuerte siempre ha sido mi criterio (este es un punto para no parar). Siempre he estado seguro de no estarlo, creo, supongo, pero con certeza lo dudo. Que se olvide lo ya olvidado ha sido algo que me rompe la cabeza, me saca de sueños y me vuelve a meter, me duerme, me despierta, es como si me cambiara de estado. (Más rápido) Es algo que me confunde de hecho, de hecho y de palabra. Me confunden en el hecho las palabras, las palabras en el lecho y sobre todo las del lechero. (Más rápido) Pero en definitiva, sin sacar conclusiones apresuradas, más que lentas, disipidas y apelotardadas, de creación lenta, de vida subyugada. De vida lenta y muerte lenta, empezando por el principio, continunando más adelante hasta la mitad y avanzando en una picada con chorizo, carne de arriba y de abajo, de los lados , de adentro, con cuero, sin cuero, (más rápido, más rápido, no importa que no entienda) con visceras, ojos, espinas, pescados, no pescados, pescadores y de manga larga, clavos, canela, puntillas, martillos con carpintero incluído, con trabajo incluido, con obra, con artista en cubos redodndos, relojes atascados que no dan el espacio, quedados y hasta pelotas sin letras. Con todo eso me voy o con todo me quedo, pero nunca, que se marquen estas palabras, como ya no se marcan y si no que mueran, que se borren, que se pierdan en el error o en el horror, en el miedo, atribuladas letra a letra, abrazádas, cobijadas, pero juntas, pero con espacios, pero asustadas cuando no calmas. Y así paré, pare. (pare).
Un día hablé del principio, un día por la noche, una noche cuando el calor abrazaba y una mujer me abrasaba , sí, en llamas. Y ayer soñé con estas palabras. Me las dijé y no me las creí, las escribo y no las creo. Porque las escribo cuando las leo, porque las leo en el invento, en un convento, el sitio solo, el monje con frío tiembla y dice: no creo. Yo tampoco creo, todo parece ya hecho, eso creo, no lo creo, lo creo. Un creo es de crear, porque la fe nace, un creo es de creer, porque para crear hay que creer, para crecer hay que nacer, para nacer hay que pacer, para pacer hay que hacer, para cacer hay que llorar, para llorar hay que podar, así: Me lo creí, lo cree, creció, creí de nuevo y nací y me puse a pacer, pací por la mañana, pacì por la tarde, pací a la luz de las melas, melas añoradas, las mismas melas que mieron macer por mamamamama, me mié, lo siento, me tomé una sopa de letras m. Lo hice, cací, casi que no cacía, pero lo hacía. Lo hacía y no dolía. Dolía si lo hacía pero no haciéndo lo, hice la. La la que nació creyendo.
Una vez un niño creyó que existía, tenía diez años. Esa certidumbre extraña, nacida de una experiencia por diez años de inexistencia absurda, lo llevó en su inocente fe a creer que él era. Y cuando estaba por nacer, cuando el utero gestante que también se lo creía vio la luz, algo le condujo a equivocarse y así en un mismo instante creyendo que existía y que no, cometió el creador el error, el único acto, el único vestigio de existencia, creer. El error cósmico de su propia fe, de la nada brotó, de la nada se tragó, en un instante sin tiempo y por siempre, en la nada ocupó todo. Y nada quedó más que el recuerdo de un sueño extraño, olvidó que era existir y se dio cuenta que olvidaba, que recordaba que existía.
Al otro día, cuando jugaba con la tierra, haciendo hormigas, se dio cuenta de que al existir el resto existió, que esas hormigas meditabundas, en su debate increíble por saber o no saber, se habían sabido los dos, los tres. Sabiendo sabidos supieron que saber sabían. Existiendo siendo fueron seres que sabían ser sabidos cuando fueron. Fueron idos yéndose. Voltearon al giro y se encontraron hallados, allá, allí, acullá y hasta aquí.
Nunca he estado de acuerdo con las ideas que se me oponen (comenzando a acelerar), me parece que quisieran convencerme de lo que yo no estoy convencido. Así de fuerte siempre ha sido mi criterio (este es un punto para no parar). Siempre he estado seguro de no estarlo, creo, supongo, pero con certeza lo dudo. Que se olvide lo ya olvidado ha sido algo que me rompe la cabeza, me saca de sueños y me vuelve a meter, me duerme, me despierta, es como si me cambiara de estado. (Más rápido) Es algo que me confunde de hecho, de hecho y de palabra. Me confunden en el hecho las palabras, las palabras en el lecho y sobre todo las del lechero. (Más rápido) Pero en definitiva, sin sacar conclusiones apresuradas, más que lentas, disipidas y apelotardadas, de creación lenta, de vida subyugada. De vida lenta y muerte lenta, empezando por el principio, continunando más adelante hasta la mitad y avanzando en una picada con chorizo, carne de arriba y de abajo, de los lados , de adentro, con cuero, sin cuero, (más rápido, más rápido, no importa que no entienda) con visceras, ojos, espinas, pescados, no pescados, pescadores y de manga larga, clavos, canela, puntillas, martillos con carpintero incluído, con trabajo incluido, con obra, con artista en cubos redodndos, relojes atascados que no dan el espacio, quedados y hasta pelotas sin letras. Con todo eso me voy o con todo me quedo, pero nunca, que se marquen estas palabras, como ya no se marcan y si no que mueran, que se borren, que se pierdan en el error o en el horror, en el miedo, atribuladas letra a letra, abrazádas, cobijadas, pero juntas, pero con espacios, pero asustadas cuando no calmas. Y así paré, pare. (pare).
Un día hablé del principio, un día por la noche, una noche cuando el calor abrazaba y una mujer me abrasaba , sí, en llamas. Y ayer soñé con estas palabras. Me las dijé y no me las creí, las escribo y no las creo. Porque las escribo cuando las leo, porque las leo en el invento, en un convento, el sitio solo, el monje con frío tiembla y dice: no creo. Yo tampoco creo, todo parece ya hecho, eso creo, no lo creo, lo creo. Un creo es de crear, porque la fe nace, un creo es de creer, porque para crear hay que creer, para crecer hay que nacer, para nacer hay que pacer, para pacer hay que hacer, para cacer hay que llorar, para llorar hay que podar, así: Me lo creí, lo cree, creció, creí de nuevo y nací y me puse a pacer, pací por la mañana, pacì por la tarde, pací a la luz de las melas, melas añoradas, las mismas melas que mieron macer por mamamamama, me mié, lo siento, me tomé una sopa de letras m. Lo hice, cací, casi que no cacía, pero lo hacía. Lo hacía y no dolía. Dolía si lo hacía pero no haciéndo lo, hice la. La la que nació creyendo.
Una vez un niño creyó que existía, tenía diez años. Esa certidumbre extraña, nacida de una experiencia por diez años de inexistencia absurda, lo llevó en su inocente fe a creer que él era. Y cuando estaba por nacer, cuando el utero gestante que también se lo creía vio la luz, algo le condujo a equivocarse y así en un mismo instante creyendo que existía y que no, cometió el creador el error, el único acto, el único vestigio de existencia, creer. El error cósmico de su propia fe, de la nada brotó, de la nada se tragó, en un instante sin tiempo y por siempre, en la nada ocupó todo. Y nada quedó más que el recuerdo de un sueño extraño, olvidó que era existir y se dio cuenta que olvidaba, que recordaba que existía.
Al otro día, cuando jugaba con la tierra, haciendo hormigas, se dio cuenta de que al existir el resto existió, que esas hormigas meditabundas, en su debate increíble por saber o no saber, se habían sabido los dos, los tres. Sabiendo sabidos supieron que saber sabían. Existiendo siendo fueron seres que sabían ser sabidos cuando fueron. Fueron idos yéndose. Voltearon al giro y se encontraron hallados, allá, allí, acullá y hasta aquí.
Thursday, March 12, 2009
La llamada
Acabo de prender el computador. Al entrar a mi cuarto sentí otra vez el ruido. Cuando abría la puerta de mi apartamento sentí un ruido y antes ya había sentido miedo cuando subía las escaleras. El ascensor estaba lleno de muebles. Había entrado al edificio por la parte de atrás y alguien se estaba trasteando. Entré por allí, ya que sobre esa misma calle me deja el bus. El bus partió a una cuadra del lugar donde trabajo. Es un edificio. Para encontrarlo, fui hasta la esquina después de salir, giré y ahí ya estaba parqueado. Bajé desde la oficina por el ascensor y cuando me iba a subir sorprendí a una pareja besándose. Antes de ir hasta el ascensor, fui al baño. Olía mal. Antes de eso, vi al gordo de barba acomodándose la correa, eso fue cuando salía de mi cubículo. Pude irme temprano ya que terminé antes de tiempo lo que estaba haciendo, cuando estaba imprimiendo, el gordo de barba pasó carriendo con dirección al baño. Había comenzado una hora antes con un informe y había visto a un gordo de barba comiéndose un sanduche con abundante huevo en su puesto de trabajo. Yo ya había amorzado y hace una hora estaba sentando en mi escritorio, al volver del parque. Del parque había llegado con mucho calor y prendí el ventilador que hay en mi cubículo. Me había venido caminando muy rápido y la mayor parte de las dos cuadras que me separan del parque las caminé por donde no había sombra. En el parque estaba sentado al sol en una banca y en esa banca comí fideos con pollo. Al lado, en un basurero estaba la bolsa en que los había traido. Cuando llegué lo primero que hice fue abrir la comida y botar todo lo que la envolvía con rapidez. Llegué ahí con mucha hambre y había venido, casi corriendo. Antes de salir del edificio, había bajado desde el 4 piso donde está mi oficina, por las escaleras. Cuando venía bajando, un muchacho de los que llevan pedidos a domicilio venía subiendo, lo que traía olía mucho a huevo. Antes de ir a las escaleras hay una puerta abatible, casi tumbo a la recepcionista cuando ella venía en dirección contraria, no miraba porque venía llorando. Salí con prisa, después de llegar el pedido de comida china, no quería que se enfriara nada. Con este llegó un chino de bigote y con uniforme de pintor , blanco y sudando. Yo lo recibí porque la recepcionista no estaba. Antes de llegar el pedido me la había pasado mirando un libro con el estómago vacío, empecé a mirarlo después de que llame a un restaurante chino a hacer un pedido. Tuve que esperar para llamar a que la recepcionista dejara de usar el teléfono, discutía con alguien. Era mediodía. Acababa de colgar mi celular, después de una llamada extraña, no había hablado nadie. La llamada venía de mi apartamento vacío según vi en el identificador.
Thursday, March 5, 2009
De día por la noche
Una mañana cuando oscurecía, él estaba parado, en una terraza mirando el techo. Sin pensarlo mucho, se rompió la cabeza entre ideas con la mente en blanco. Cerró la puerta antes de salir. Ya adentro miró el cielo y gritando en mucho silencio se quedó callado.
Totalmente confundido y con las ideas claras, sin la menor idea sobre la cantidad de opciones que tenía, se decidió por la única. En esa misma posición sin expresar nada, sonreía muy serio, y sus ojos comunicaban su total introvertimiento.
Abría los ojos fuertemente apretando sus párpados cerrados. Así de cuerda era su locura, así de loca era su cordura.
En un abrir y cerrar de ojos, volvió a abrirlos. Había sido eternamente corto el interminablemente finito pensamiento que lo envolvió.
Y desenvuelto, lleno de susto se tranquilizó ya que pesaba más de lo que medía y su estatura no pesaba.
En una carrera apresurada y lentamente marcada por su más profundo desesperamiento, se encontró superficialmente calmado. Y entre más corría más le faltaba por llegar, pues muy quieto, movía su cuerpo. Paso a paso, muy aprisa continuó quieto.
Tiritaba de calor, y en su desnudez el peso de sus ropas y todo lo que llevaba lo hacían pesadamente liviano.
A sus oídos, el silencio ensordesedor llegaba de todos los colores y la ceguera sólo le permitía distinguir hasta el más mísero sonido.
Asintiendo negó, y el haberlo hecho calló mientras contaba como lo hizo:
"Al comienzo empecé. Un poco más adelante, cuando me faltaba más de la mitad para el final estaba más cerca del inicio, sin embargo cuando llegué al final terminé".
Abucheado de admiración, se sonrojó tremendamente pálido.
Torpemente fluido continuó:
"".
El largo discurso, lo había dejado con muchas ganas de hablar y acabándose de tomar un vaso de agua, todo chorreado y más empapado que la luna, se bajó.
Completamente cansado lleno de eneregía e incapaz de continuar, pudo seguir.
Quienes lo miraban atentos, no perdían en su quietud, pendientes de cada uno de sus movimientos, ignorándolo.
Después del largo sufrimiento, atormentado por toda su felicidad y extrañando sentir algo bueno después de hastearse de placer. Se vanagloriaba de sus fracasos y estaba loco de amor por los que odiaba, con cordura. Amaba odiar tanto como odiaba amar.
Su estúpida inteligencia le repitió infinitas veces nada y al avanzar de los días retrocedía en el tiempo. Se mordía los labios con la boca abierta y se arrancaba todos los pelos de su completamente calva cabeza. Decidido dudó.
LLeno de vacío pasaron horas, meses, años, giraron planetas, se deshicieron estrellas en su creación, el universo se expandió hacia adentro y se contrajo para afuera, un hombre iba por el 234 en su tercer conteo hasta el infinito, pero a él sólo un segundo le había tomado terminar esa noche al salir el sol.
Totalmente confundido y con las ideas claras, sin la menor idea sobre la cantidad de opciones que tenía, se decidió por la única. En esa misma posición sin expresar nada, sonreía muy serio, y sus ojos comunicaban su total introvertimiento.
Abría los ojos fuertemente apretando sus párpados cerrados. Así de cuerda era su locura, así de loca era su cordura.
En un abrir y cerrar de ojos, volvió a abrirlos. Había sido eternamente corto el interminablemente finito pensamiento que lo envolvió.
Y desenvuelto, lleno de susto se tranquilizó ya que pesaba más de lo que medía y su estatura no pesaba.
En una carrera apresurada y lentamente marcada por su más profundo desesperamiento, se encontró superficialmente calmado. Y entre más corría más le faltaba por llegar, pues muy quieto, movía su cuerpo. Paso a paso, muy aprisa continuó quieto.
Tiritaba de calor, y en su desnudez el peso de sus ropas y todo lo que llevaba lo hacían pesadamente liviano.
A sus oídos, el silencio ensordesedor llegaba de todos los colores y la ceguera sólo le permitía distinguir hasta el más mísero sonido.
Asintiendo negó, y el haberlo hecho calló mientras contaba como lo hizo:
"Al comienzo empecé. Un poco más adelante, cuando me faltaba más de la mitad para el final estaba más cerca del inicio, sin embargo cuando llegué al final terminé".
Abucheado de admiración, se sonrojó tremendamente pálido.
Torpemente fluido continuó:
"".
El largo discurso, lo había dejado con muchas ganas de hablar y acabándose de tomar un vaso de agua, todo chorreado y más empapado que la luna, se bajó.
Completamente cansado lleno de eneregía e incapaz de continuar, pudo seguir.
Quienes lo miraban atentos, no perdían en su quietud, pendientes de cada uno de sus movimientos, ignorándolo.
Después del largo sufrimiento, atormentado por toda su felicidad y extrañando sentir algo bueno después de hastearse de placer. Se vanagloriaba de sus fracasos y estaba loco de amor por los que odiaba, con cordura. Amaba odiar tanto como odiaba amar.
Su estúpida inteligencia le repitió infinitas veces nada y al avanzar de los días retrocedía en el tiempo. Se mordía los labios con la boca abierta y se arrancaba todos los pelos de su completamente calva cabeza. Decidido dudó.
LLeno de vacío pasaron horas, meses, años, giraron planetas, se deshicieron estrellas en su creación, el universo se expandió hacia adentro y se contrajo para afuera, un hombre iba por el 234 en su tercer conteo hasta el infinito, pero a él sólo un segundo le había tomado terminar esa noche al salir el sol.
Tuesday, March 3, 2009
biografía
La historia de esta persona es sólo insólita en los momentos que lo parece y aunque desconocida por quienes no la han escuchado, pasará a ser familiar si la escuchan con frecuencia.
Se trata de una persona que se registró en la existencia no antes de nacer. Hijo de madre.
Más alto que quienes no llegaban a su altura y sin poder llegar a ser más alto que los que eran igual a él mientras estos no se encogieran o crecieran, y en efecto de ancho ocupó todo el espacio que su cuerpo permitió.
El color de su cabello osciló en algún lugar entre el blanco y el negro, al igual que su piel. Su característica forma de parpadear le permitió alternar entre ojos abiertos y cerrados.
Fue una persona sin hambre en los momentos de llenura. Incapaz de guardar silencio mientras hacía bulla .
Respecto a sus costumbres cabe decir que fue una persona que nunca faltaba a misa los domingos, excepto los días que no iba y era esta una característica habitual cuando se trataba de hacer presencia.
Le gustaba viajar por los lugares que recorría, sin contar el resto de las veces en que, si no le disgustaba era porque no se hallaba de viaje. De cualquier forma siempre quiso ser una persona que estuviera en alguna parte.
Nunca un sábado, creyendo que fuera lunes hizo lo que debía el martes.
No hubo una sóla vez que faltando al colegio ocupara su puesto, o que estuviera ausente en el lugar que estaba.
Era una persona que siempre caminaba por donde andaba y siempre que salía lo hacía estando antes adentro. Aunque si alguna vez se fue pensando en regresar lográndolo, fue porque lo hizo. De la misma manera se pueden describir sus fracasos.
Para hablar de su estado mental habría que decir que nada lo confundía tanto como aquellas cosas que no veía claras y siempre que algo se lo ocasionaba, se sentía triste, o feliz, o bravo, o tranquilo o no sentía nada. Sólo cuando su ánimo fue contradictorio lo que sentía se oponía.
Lo que quiso sin tenerlo, deseó. Lo que obtuvo sin quererlo, no le importó y lo que ni tuvo, ni quiso, no conoció, pero algo que solía decir cuando aceptaba algo era "sí" y nunca pudo saber algo sobre lo que desconocía.
Nunca sus ojos vieron lo que pasaba a sus espaldas sino fue con la ayuda de un reflejo y esto dice mucho de sus limitaciones pues a donde no llegaba, no alcanzaba. Sus pertenenecias eran contadas y no excedían lo que tenía.
Si conoció el amor en mano de otras personas no fue sólo.
Pero sobre todo, él nunca olvidará aquellos momentos que siempre recordará y se asegurará de vivir hasta el momento que muera.
Se trata de una persona que se registró en la existencia no antes de nacer. Hijo de madre.
Más alto que quienes no llegaban a su altura y sin poder llegar a ser más alto que los que eran igual a él mientras estos no se encogieran o crecieran, y en efecto de ancho ocupó todo el espacio que su cuerpo permitió.
El color de su cabello osciló en algún lugar entre el blanco y el negro, al igual que su piel. Su característica forma de parpadear le permitió alternar entre ojos abiertos y cerrados.
Fue una persona sin hambre en los momentos de llenura. Incapaz de guardar silencio mientras hacía bulla .
Respecto a sus costumbres cabe decir que fue una persona que nunca faltaba a misa los domingos, excepto los días que no iba y era esta una característica habitual cuando se trataba de hacer presencia.
Le gustaba viajar por los lugares que recorría, sin contar el resto de las veces en que, si no le disgustaba era porque no se hallaba de viaje. De cualquier forma siempre quiso ser una persona que estuviera en alguna parte.
Nunca un sábado, creyendo que fuera lunes hizo lo que debía el martes.
No hubo una sóla vez que faltando al colegio ocupara su puesto, o que estuviera ausente en el lugar que estaba.
Era una persona que siempre caminaba por donde andaba y siempre que salía lo hacía estando antes adentro. Aunque si alguna vez se fue pensando en regresar lográndolo, fue porque lo hizo. De la misma manera se pueden describir sus fracasos.
Para hablar de su estado mental habría que decir que nada lo confundía tanto como aquellas cosas que no veía claras y siempre que algo se lo ocasionaba, se sentía triste, o feliz, o bravo, o tranquilo o no sentía nada. Sólo cuando su ánimo fue contradictorio lo que sentía se oponía.
Lo que quiso sin tenerlo, deseó. Lo que obtuvo sin quererlo, no le importó y lo que ni tuvo, ni quiso, no conoció, pero algo que solía decir cuando aceptaba algo era "sí" y nunca pudo saber algo sobre lo que desconocía.
Nunca sus ojos vieron lo que pasaba a sus espaldas sino fue con la ayuda de un reflejo y esto dice mucho de sus limitaciones pues a donde no llegaba, no alcanzaba. Sus pertenenecias eran contadas y no excedían lo que tenía.
Si conoció el amor en mano de otras personas no fue sólo.
Pero sobre todo, él nunca olvidará aquellos momentos que siempre recordará y se asegurará de vivir hasta el momento que muera.
Mundo No. 1 (El Turista)
En el mundo No. 1 están recién inventadas las escaleras. Está allí de visita y se sorprende al observar que la gente piensa que sólo sirven para subir, nadie las utiliza para bajar. Al principio todas las casas eran de un sólo piso. Después de la reciente invención de las escaleras, muchos han emprendido la construcción de segundos y hasta terceros pisos. Observa cómo siempre suben por las escaleras y se lanzan desde alturas absurdas para volver de nuevo al punto inicial. Con la meticulosidad del novato, se sienta en un andén y observa el curso de las construcciones emprendidas por las extrañas gentes del Mundo No. 1. Aún no es posible encontrar un segundo o tercer piso que haya sido plenamente construido. Los techos de los primeros pisos están llenos de columnas sobresalientes y esqueletos de construcciones.
Es muy simpático ver cómo se lanzan los obreros desde los bordes de espigados edificios y cómo vuelven a subir cargados con bultos de cemento y ladrillos. ¿Cómo no se han percatado de que basta doblar las rodillas peldaño por peldaño para empezar a descender? ¡Se trata de una cosa obvia!
Un día estaba dando un paseo. Eran las cuatro de la tarde y la brisa fresca del Mundo No. 1 le acariciaba plácidamente las mejillas. A lo lejos divisó la silueta de un hombre mayor. Estaba encaramado sobre una escalera larga y mal construida dispuesta contra un altísimo árbol repleto de unos frutos para él hasta entonces desconocidos. El viejo subió en la escalera tentado por la enorme facilidad que le proporcionaba el nuevo invento para acceder sin trabajos al deleite que le proporcionaba sufruta favorita. Miraba hacia abajo con la cara desencajada por el vértigo. Sabía que de saltar terminaría como un reguero de tornillos oxidados.
- ¡Baja por la escalera!
- No puedo. ¡sólo sirve para subir!
- No, no. También puedes descender.
Incrédulo en un comienzo, el viejo siguió sus instrucciones y media hora más tarde y después de mucho trastabillar se encontraba de nuevo con los pies en la tierra.
Todos admiraron la extraordinaria astucia del forastero. No podían creer que entre todos no hubieran logrado percatarse antes, de la utilidad doble del novedoso instrumento.
Había algo más en el mundo No. 1 que le llamaba la atención. Todas las casas y almacenes carecían por completo de puertas y ventanas. Como dormía en su tienda improvisada sobre una explanada, y llevaba consigo todos los víveres necesarios para su breve estancia, jamás tuvo la necesidad apremiante de entrar a ninguna parte.Se preguntaba si los habitantes del Mundo No. 1 ingresarían en sus casas por alguna suerte de túnel subterráneo o si las puertas falsas hacían parte de su repertorio arquitectónico.
Sumergido en estas cuestiones se encontraba cuando observó por el rabillo del ojo que un hombre salía de su casa.
- ¿Cómo diablos has hecho eso?
- ¿Cómo he hecho qué?
- Acabas de atravesar una pared. ¡Parecías un espectro!
- No he hecho nada que no haga todo el mundo.
- Hazlo de nuevo.
Perplejo, observó cómo el hombre entraba en su casa atravesando la pared del frente diluyéndose como un haz de luz. Un instante después se encontraba de nuevo a su lado.
- ¿Cómo lo has hecho?
- Es como caminar.
- Enséñame.
Tropezó tres veces contra la pared.
Un par de horas después se sorprendió a sí mismo atravesando paredes con la misma facilidad que ensartaba un hilo de seda en una aguja gigante.
Es muy simpático ver cómo se lanzan los obreros desde los bordes de espigados edificios y cómo vuelven a subir cargados con bultos de cemento y ladrillos. ¿Cómo no se han percatado de que basta doblar las rodillas peldaño por peldaño para empezar a descender? ¡Se trata de una cosa obvia!
Un día estaba dando un paseo. Eran las cuatro de la tarde y la brisa fresca del Mundo No. 1 le acariciaba plácidamente las mejillas. A lo lejos divisó la silueta de un hombre mayor. Estaba encaramado sobre una escalera larga y mal construida dispuesta contra un altísimo árbol repleto de unos frutos para él hasta entonces desconocidos. El viejo subió en la escalera tentado por la enorme facilidad que le proporcionaba el nuevo invento para acceder sin trabajos al deleite que le proporcionaba sufruta favorita. Miraba hacia abajo con la cara desencajada por el vértigo. Sabía que de saltar terminaría como un reguero de tornillos oxidados.
- ¡Baja por la escalera!
- No puedo. ¡sólo sirve para subir!
- No, no. También puedes descender.
Incrédulo en un comienzo, el viejo siguió sus instrucciones y media hora más tarde y después de mucho trastabillar se encontraba de nuevo con los pies en la tierra.
Todos admiraron la extraordinaria astucia del forastero. No podían creer que entre todos no hubieran logrado percatarse antes, de la utilidad doble del novedoso instrumento.
Había algo más en el mundo No. 1 que le llamaba la atención. Todas las casas y almacenes carecían por completo de puertas y ventanas. Como dormía en su tienda improvisada sobre una explanada, y llevaba consigo todos los víveres necesarios para su breve estancia, jamás tuvo la necesidad apremiante de entrar a ninguna parte.Se preguntaba si los habitantes del Mundo No. 1 ingresarían en sus casas por alguna suerte de túnel subterráneo o si las puertas falsas hacían parte de su repertorio arquitectónico.
Sumergido en estas cuestiones se encontraba cuando observó por el rabillo del ojo que un hombre salía de su casa.
- ¿Cómo diablos has hecho eso?
- ¿Cómo he hecho qué?
- Acabas de atravesar una pared. ¡Parecías un espectro!
- No he hecho nada que no haga todo el mundo.
- Hazlo de nuevo.
Perplejo, observó cómo el hombre entraba en su casa atravesando la pared del frente diluyéndose como un haz de luz. Un instante después se encontraba de nuevo a su lado.
- ¿Cómo lo has hecho?
- Es como caminar.
- Enséñame.
Tropezó tres veces contra la pared.
Un par de horas después se sorprendió a sí mismo atravesando paredes con la misma facilidad que ensartaba un hilo de seda en una aguja gigante.
Las maromas del Antichrist
Como a las nueve de la noche del viernes salí del supermercado donde acababa de comprar un tarro de champú. Decidí que aún no quería irme para mi casa, en Bosques de Santa María... la 36. Entonces empecé a caminar en sentido oriente - occidente por la única ruta más o menos plana que hay en la ciudad, la Avenida Santander. Las esquinas estaban repletas de gente, pero aún quedaba espacio para caminar. Con cada paso que daba la bolsa con el champú revoloteaba de un lado a otro, y de vez en vez, la impulsaba para trazar circunferencias en el aire.
Caminaba distraido, concentrado en las vueltas de la bolsa, hasta que una conversación me sacó de mi ensimismamiento. Dos hombres de entre veinticinco y treinta años caminaban en mi dirección. Camisa no muy holgada, no muy ajustada por dentro del jean Keneth Cole; cinturón impecable de cuero marrón, zapatos marrón, también, y chaqueta sobre el hombro. Los dos iguales, sólo cambiaban los colores de las camisas. Esbeltos y de andar firme y varonil...
(A tres metros de distancia):
-risotadas-
-Hombre 1: Con dos botellas de Dom Perignon, nadie dice que no!
-Hombre 2: JAJAJAJA!
-Hombre 1: Cómo te fue con el Dr. Martínez?
-Hombre 2: Bien... ese es un tipo de respeto, tiene mucha experiencia.
-Hombre 1: Mirá lo que viene ahí!
-Hombre 2: Negro!
-Negro (el de la bolsa con el champú): ¿Qué han hecho?
-Hombres 1 y 2 al unísono: Trabajar... muy duro.
EN LA SIGUIENTE ESQUINA...
Siete hombres con el pelo largo y las caras también. Caminan como estripando cabezas de rivales muertos en combate con sus botas punta de acero. Brazaletes con taches filosos. Algunos con lápiz negro en el contorno de los ojos. Se reúnen para tomar aguardiente antes de jugar juegos de rol...
-Metalero 1: Quiubo Negro.
-Negro (el de la bolsa con el champú): ¿Qué más?
-Metalero 2: Aquí parchado con los parceros.
Al cruzar la calle entro en un bar para tomar una cerveza. Empujo la puerta. Adentro, en el fondo, siete eruditos jóvenes. Cuatro discuten si Bukowski perteneció a la generación Beat. Cinco usan bufanda. Dos son calvos prematuramente. Tres hablan de política...
-Erudito 4: Por quien votaste en las elecciones de 2.006?
-Erudito 5: Por Carlos Gaviria, claro.
-Erudito 6: Ya lo suponía.
Les hago un ademán con la mano, les guiño un ojo, bebo rápidamente mi cerveza y abandono el bar.
EN MEDIO DE UNA CALLE...(enamorados dándose besitos)
-Enamorado macho: Hola Negro, cómo estás?
-Negro (el de la bolsa con el champú): Bien. ¿Cómo están ustedes?
-Enamorado hembra: Muy felices! Nos queremos mucho! nos amamos!
A LA SALIDA DE UN BAR (Los buenos) (Pantalones Diesel, Camisetas Abercrombie and Fitch, Tennis Converse, Chaquetas Guess)
-Bueno 1: ¿No te sientes orgulloso de vivir en este país?
-Bueno 2: Es el mejor país del mundo! ¡No hay nada como esto!
-Bueno 1: Negro! ¿No es éste el mejor país del mundo?
-Negro (el de la bolsa con el champú): sí, seguro. (en realidad todos los países le parecen iguales)
EN LA ENTRADA DE UN TEATRO (los malos) (Pantalones de pana, Camisetas de "no a la tauromaquia" y Tennis Croydon)
-Malo 1: Este país está jodido.
-Malo 2: ¡Mira quien nos gobierna!
-Malo 3: Todo anda mal en este país. Todo anda mal... ¡Tenemos que hacer algo!
-Malo 1: ¡Una revolución! ¡esa es nuestra única salida! ¿No es así, Negro?
-Negro (el de la bolsa con el champú): sí, seguro. (en realidad todos los países le parecen iguales)
EN LA ESQUINA MÁS CONCURRIDA: Mochilas arhuacas, jeans nacionales, mucha algarabía.
-Juli: Está divino Cata! ¿qué es? ¿Caoba 4?
-Dani: Divino! Igualito al de Ani Saffon!
-Cata: ayy no, Ani Saffon... Negro aparece en escena...
-Cata: Hola negris! ¿Qué vas a hacer hoy? ¿te vas a enfiestar?
-Negro (el de la bolsa con el champú): humm, no sé.
- Cata: ¡Hay una fiesta superbuena! ¡de los 80´s!
Camino dos cuadras más.
¡Taxi!
- ¿Para dónde vamos, amigazo?
- Bosques de Santamaría.
Caminaba distraido, concentrado en las vueltas de la bolsa, hasta que una conversación me sacó de mi ensimismamiento. Dos hombres de entre veinticinco y treinta años caminaban en mi dirección. Camisa no muy holgada, no muy ajustada por dentro del jean Keneth Cole; cinturón impecable de cuero marrón, zapatos marrón, también, y chaqueta sobre el hombro. Los dos iguales, sólo cambiaban los colores de las camisas. Esbeltos y de andar firme y varonil...
(A tres metros de distancia):
-risotadas-
-Hombre 1: Con dos botellas de Dom Perignon, nadie dice que no!
-Hombre 2: JAJAJAJA!
-Hombre 1: Cómo te fue con el Dr. Martínez?
-Hombre 2: Bien... ese es un tipo de respeto, tiene mucha experiencia.
-Hombre 1: Mirá lo que viene ahí!
-Hombre 2: Negro!
-Negro (el de la bolsa con el champú): ¿Qué han hecho?
-Hombres 1 y 2 al unísono: Trabajar... muy duro.
EN LA SIGUIENTE ESQUINA...
Siete hombres con el pelo largo y las caras también. Caminan como estripando cabezas de rivales muertos en combate con sus botas punta de acero. Brazaletes con taches filosos. Algunos con lápiz negro en el contorno de los ojos. Se reúnen para tomar aguardiente antes de jugar juegos de rol...
-Metalero 1: Quiubo Negro.
-Negro (el de la bolsa con el champú): ¿Qué más?
-Metalero 2: Aquí parchado con los parceros.
Al cruzar la calle entro en un bar para tomar una cerveza. Empujo la puerta. Adentro, en el fondo, siete eruditos jóvenes. Cuatro discuten si Bukowski perteneció a la generación Beat. Cinco usan bufanda. Dos son calvos prematuramente. Tres hablan de política...
-Erudito 4: Por quien votaste en las elecciones de 2.006?
-Erudito 5: Por Carlos Gaviria, claro.
-Erudito 6: Ya lo suponía.
Les hago un ademán con la mano, les guiño un ojo, bebo rápidamente mi cerveza y abandono el bar.
EN MEDIO DE UNA CALLE...(enamorados dándose besitos)
-Enamorado macho: Hola Negro, cómo estás?
-Negro (el de la bolsa con el champú): Bien. ¿Cómo están ustedes?
-Enamorado hembra: Muy felices! Nos queremos mucho! nos amamos!
A LA SALIDA DE UN BAR (Los buenos) (Pantalones Diesel, Camisetas Abercrombie and Fitch, Tennis Converse, Chaquetas Guess)
-Bueno 1: ¿No te sientes orgulloso de vivir en este país?
-Bueno 2: Es el mejor país del mundo! ¡No hay nada como esto!
-Bueno 1: Negro! ¿No es éste el mejor país del mundo?
-Negro (el de la bolsa con el champú): sí, seguro. (en realidad todos los países le parecen iguales)
EN LA ENTRADA DE UN TEATRO (los malos) (Pantalones de pana, Camisetas de "no a la tauromaquia" y Tennis Croydon)
-Malo 1: Este país está jodido.
-Malo 2: ¡Mira quien nos gobierna!
-Malo 3: Todo anda mal en este país. Todo anda mal... ¡Tenemos que hacer algo!
-Malo 1: ¡Una revolución! ¡esa es nuestra única salida! ¿No es así, Negro?
-Negro (el de la bolsa con el champú): sí, seguro. (en realidad todos los países le parecen iguales)
EN LA ESQUINA MÁS CONCURRIDA: Mochilas arhuacas, jeans nacionales, mucha algarabía.
-Juli: Está divino Cata! ¿qué es? ¿Caoba 4?
-Dani: Divino! Igualito al de Ani Saffon!
-Cata: ayy no, Ani Saffon... Negro aparece en escena...
-Cata: Hola negris! ¿Qué vas a hacer hoy? ¿te vas a enfiestar?
-Negro (el de la bolsa con el champú): humm, no sé.
- Cata: ¡Hay una fiesta superbuena! ¡de los 80´s!
Camino dos cuadras más.
¡Taxi!
- ¿Para dónde vamos, amigazo?
- Bosques de Santamaría.
Friday, February 27, 2009
El hombre que murió aplastado por catorce toneladas de absurdo
El avión indestructible fue inventado. En su vuelo de prueba fue estrellado de frente contra una peña a setecientos kilómetros por hora. Ni siquiera se desajustó. Nada podía destruirlo... ni el fuego, ni la pentonita, ni la oxidación, nada... Su sistema de seguridad era impecable... Fue bautizado Aquiles. Sesenta metros de envergadura se imponían rasgando el cielo en cada jornada. Indestructible de punta a punta.
Abordó el tercer vuelo de Aquiles con su traje azul impecable y su delgada corbata en fino contraste con el cinturón negro que hacía juego con los zapatos. Se acomodó en su asiento de primera clase, sacó su computador portátil y analizó las cifras preocupantemente cambiantes de la empresa. Suspiró con fuerza y se recostó con las manos detrás de la cabeza. El servicio abordo dispuso las primera viandas en la mesita de enfrente: un gran filete de bacalao salado, lechugas romanas y una copa grande de Oporto. Comió despacio y víctima del cansancio y de la satisfacción de su estómago se sumió en el sueño ligero e incómodo que se tiene a diez mil pies de altura. Lo despertó una ligera turbulencia. Se limpió con las mangas de la camisa la saliva espesa que ya le rodaba por las mejillas.
Fijó la mirada en un pequeño orificio del descansa brazos. Parecía un mínimo imperfecto en el ensamblaje del avión, un espacio donde se había olvidado incrustar un tornillo. Metió el dedo índice de la mano derecha en el orificio, se rascó un uñero con sus bordes y metió la segunda falange. Intentando encontrar el final del túnel, introdujo el dedo por completo y empezó a rotarlo de un lado a otro. Sintió ganas de orinar... Trató de levantarse pero se dio cuenta de que el dedo no salía del orificio. lo haló con más fuerza, pero los bordes de la cavidad parecían ejercer una presión extraordinaria sobre su delgada extremidad.
- No sale. - Musitó casi en silencio y sonreía
.- No sale, no sale.
Casi toda la gente dormía. Algunos bostezaban mientras leían. Una señora con nalgas de solterona caminaba por el pasillo en dirección al baño. Cuando pasó por su lado le sonrió amablemente sin percatarse de la cómica situación.
- Tal vez deba pedir ayuda a la tripulación. - pensó-
- O quizás estoy exagerando, se contestó inmediatamente.
El sueño lo venció, le dobló la cabeza y le relajó los miembros. Al día siguiente se despertó con el anuncio del piloto de estar próximos a aterrizar. Su dedo seguía aprisionado.El aterrizaje lo sorprendió exasperado mientras intentaba infructuosamente liberarse de su prisión. Todos los pasajeros descendieron de Aquiles y él seguía sentado con el dedo ya lastimado de tanto intentar.
- Señor, ya puede usted descender.
- Sucede algo... ehhh... No puedo sacar el dedo de aquí, y le señaló con la boca el rincón de su desgracia.
La azafata observó el dedo embutido a presión entre el descansa brazos y no pudo contener una risita.
- Déjeme ver.
Haló también ella, pero comprobó que la situación era más grave de lo que se imaginaba.
En minutos el lugar que se llenó de curiosos.
Un cuerpo de emergencia se presentó para tratar de solucionar lo que parecía una pequeña desgracia doméstica. Intentaron con todas las clases de lubricantes posibles, pero comprendieron que su esfuerzo era en vano. El dedo no salía.
- Señor, lamentamos informarle que sólo nos queda algo por hacer: Amputar su dedo desde la raíz.
- ¡Pero cómo se le ocurre! Intente cortar el descansa brazos con una sierra, con un taladro.
- Nos sería imposible. Este avión es INDESTRUCTIBLE.
- ¡Pero no pueden cortar mi dedo! ¡No se trata de un mechón de pelo!
- Nada más podemos hacer.
- Intenten derretir con ácido el descansa brazos-
- Es indestructible, señor... Indestructible.
- Entonces me quedo aquí.
Se quedó en el avión. Fue pasajero de honor en cerca de diez mil vuelos comerciales a lo largo de treinta y cuatro años, al cabo de los cuales murió mientras el avión cubría la ruta Murmansk - Damasco.
Abordó el tercer vuelo de Aquiles con su traje azul impecable y su delgada corbata en fino contraste con el cinturón negro que hacía juego con los zapatos. Se acomodó en su asiento de primera clase, sacó su computador portátil y analizó las cifras preocupantemente cambiantes de la empresa. Suspiró con fuerza y se recostó con las manos detrás de la cabeza. El servicio abordo dispuso las primera viandas en la mesita de enfrente: un gran filete de bacalao salado, lechugas romanas y una copa grande de Oporto. Comió despacio y víctima del cansancio y de la satisfacción de su estómago se sumió en el sueño ligero e incómodo que se tiene a diez mil pies de altura. Lo despertó una ligera turbulencia. Se limpió con las mangas de la camisa la saliva espesa que ya le rodaba por las mejillas.
Fijó la mirada en un pequeño orificio del descansa brazos. Parecía un mínimo imperfecto en el ensamblaje del avión, un espacio donde se había olvidado incrustar un tornillo. Metió el dedo índice de la mano derecha en el orificio, se rascó un uñero con sus bordes y metió la segunda falange. Intentando encontrar el final del túnel, introdujo el dedo por completo y empezó a rotarlo de un lado a otro. Sintió ganas de orinar... Trató de levantarse pero se dio cuenta de que el dedo no salía del orificio. lo haló con más fuerza, pero los bordes de la cavidad parecían ejercer una presión extraordinaria sobre su delgada extremidad.
- No sale. - Musitó casi en silencio y sonreía
.- No sale, no sale.
Casi toda la gente dormía. Algunos bostezaban mientras leían. Una señora con nalgas de solterona caminaba por el pasillo en dirección al baño. Cuando pasó por su lado le sonrió amablemente sin percatarse de la cómica situación.
- Tal vez deba pedir ayuda a la tripulación. - pensó-
- O quizás estoy exagerando, se contestó inmediatamente.
El sueño lo venció, le dobló la cabeza y le relajó los miembros. Al día siguiente se despertó con el anuncio del piloto de estar próximos a aterrizar. Su dedo seguía aprisionado.El aterrizaje lo sorprendió exasperado mientras intentaba infructuosamente liberarse de su prisión. Todos los pasajeros descendieron de Aquiles y él seguía sentado con el dedo ya lastimado de tanto intentar.
- Señor, ya puede usted descender.
- Sucede algo... ehhh... No puedo sacar el dedo de aquí, y le señaló con la boca el rincón de su desgracia.
La azafata observó el dedo embutido a presión entre el descansa brazos y no pudo contener una risita.
- Déjeme ver.
Haló también ella, pero comprobó que la situación era más grave de lo que se imaginaba.
En minutos el lugar que se llenó de curiosos.
Un cuerpo de emergencia se presentó para tratar de solucionar lo que parecía una pequeña desgracia doméstica. Intentaron con todas las clases de lubricantes posibles, pero comprendieron que su esfuerzo era en vano. El dedo no salía.
- Señor, lamentamos informarle que sólo nos queda algo por hacer: Amputar su dedo desde la raíz.
- ¡Pero cómo se le ocurre! Intente cortar el descansa brazos con una sierra, con un taladro.
- Nos sería imposible. Este avión es INDESTRUCTIBLE.
- ¡Pero no pueden cortar mi dedo! ¡No se trata de un mechón de pelo!
- Nada más podemos hacer.
- Intenten derretir con ácido el descansa brazos-
- Es indestructible, señor... Indestructible.
- Entonces me quedo aquí.
Se quedó en el avión. Fue pasajero de honor en cerca de diez mil vuelos comerciales a lo largo de treinta y cuatro años, al cabo de los cuales murió mientras el avión cubría la ruta Murmansk - Damasco.
Juicio de Guerra
A las cuatro se debía llevar a cabo la ejecución. Sin embargo, el tribunal decidió citarme en audiencia pública, exponiéndome como la justificación perfecta para escucharse a sí mismos y ratificar sus acusaciones. Cuatro oficiales bobalicones me conducían desde mi celda apestosa hasta el tribunal. Era aquél, mi cuarto año de convivencia con el vaho fétido de mis propias inmundicias que con sus diferentes tonalidades de ocre invadían los tres metros cuadrados que se habían convertido en mi mundo.
- Se le imputan a usted los cargos de traición a la patria y sedición. ¿Cómo se declara?
- Culpable.
Sabía que de todos modos me ejecutarían. Todos teníamos claro nuestro papel en el sainete.
- ¿Es usted consciente de la vergüenza que representa para nuestra patria, para el orgullo de una nación grande y progresista? Sus convicciones flojas se han constituido en el pilar de las burlas que se prodigan a nuestro glorioso régimen.¡La volatilidad de sus principios es impropia de alguien que se llame a sí mismo ciudadano de un estado soberano como el nuestro!
Un pequeño silencio antecedió la pregunta que había esperado por años.
-¿Tiene algo que decir a su favor?
-Sí. Se me acusa de ...
- ¡Cinco minutos!
- No hay nada importante que requiera más de cinco minutos para ser expresado.
- Eso está fuera de la discusión. Continúe usted.
-Se me acusa de no abrazar una causa que no me pertenece. Se me acusa de pensar hoy algo diferente de lo que pensé ayer. Ustedes glorifican la consagración del carácter a la unificación de los principios. Es más fácil para ustedes dirigir hombrecillos uniformes que jamás cambien de parecer, pero... ¿En qué consiste la virtud de una mente estática? ¿Es acaso loable descartar todas las aristas del saber para entregarse como un monje a una sola de ellas?¿Es más virtuoso un hombre que piensa siempre en el mismo sentido, que siempre tiene definida una posición, que uno que duda, que uno que cambia de parecer?
- Está usted alejado del punto central de la discusión. ¡Usted no reconoce ninguna noción de autoridad!
- En eso tiene usted toda la razón. Carecería completamente de inteligencia si reconociera su autoridad o la de cualquier hombre sobre mí. Por el sólo hecho de haber nacido, se me ha hecho suscribir un contrato social que más parece uno de adhesión lleno de letras menudas. Yo no soy parte de SU SOCIEDAD y me rehúso a serlo si por ello tuviera que sacrificar lo que me queda de individuo y asimilarme a todos aquellos borregos que tenemos hoy como auditorio. No es que no reconozca su gobierno, es que ustedes no tienen sobre mí ningún gobierno porque esta vida es para mí un escenario de ficciones y ustedes son simples soldaditos de plomo.
- Su irreverencia es fastidiosa señor. - Y recalcó con un grito la última sílaba de la última palabra-
- Que me ejecuten me da igual. El mundo sólo existe en función del pensamiento. Cuando muera dejaré de pensar y el mundo para mí ya no existirá más.
Esta idea me hizo esbozar una sonrisa. La ausencia completa de dolor, la ausencia completa de existencia... ¿Qué podría ser más placentero? Quería que me fusilaran cuanto antes.
Me empujaron violentamente contra el paredón. Un oficial bajo y corpulento escupió sobre mí. Con los ojos vendados esperaba el estertor de la ráfaga. Treinta segundos después sentí las convulsiones de mi cuerpo al contacto del primer balazo.
Tres horas más tarde comprobé con terror que la inexistencia no existe.
Hace veintiseis años que estoy muerto.
- Se le imputan a usted los cargos de traición a la patria y sedición. ¿Cómo se declara?
- Culpable.
Sabía que de todos modos me ejecutarían. Todos teníamos claro nuestro papel en el sainete.
- ¿Es usted consciente de la vergüenza que representa para nuestra patria, para el orgullo de una nación grande y progresista? Sus convicciones flojas se han constituido en el pilar de las burlas que se prodigan a nuestro glorioso régimen.¡La volatilidad de sus principios es impropia de alguien que se llame a sí mismo ciudadano de un estado soberano como el nuestro!
Un pequeño silencio antecedió la pregunta que había esperado por años.
-¿Tiene algo que decir a su favor?
-Sí. Se me acusa de ...
- ¡Cinco minutos!
- No hay nada importante que requiera más de cinco minutos para ser expresado.
- Eso está fuera de la discusión. Continúe usted.
-Se me acusa de no abrazar una causa que no me pertenece. Se me acusa de pensar hoy algo diferente de lo que pensé ayer. Ustedes glorifican la consagración del carácter a la unificación de los principios. Es más fácil para ustedes dirigir hombrecillos uniformes que jamás cambien de parecer, pero... ¿En qué consiste la virtud de una mente estática? ¿Es acaso loable descartar todas las aristas del saber para entregarse como un monje a una sola de ellas?¿Es más virtuoso un hombre que piensa siempre en el mismo sentido, que siempre tiene definida una posición, que uno que duda, que uno que cambia de parecer?
- Está usted alejado del punto central de la discusión. ¡Usted no reconoce ninguna noción de autoridad!
- En eso tiene usted toda la razón. Carecería completamente de inteligencia si reconociera su autoridad o la de cualquier hombre sobre mí. Por el sólo hecho de haber nacido, se me ha hecho suscribir un contrato social que más parece uno de adhesión lleno de letras menudas. Yo no soy parte de SU SOCIEDAD y me rehúso a serlo si por ello tuviera que sacrificar lo que me queda de individuo y asimilarme a todos aquellos borregos que tenemos hoy como auditorio. No es que no reconozca su gobierno, es que ustedes no tienen sobre mí ningún gobierno porque esta vida es para mí un escenario de ficciones y ustedes son simples soldaditos de plomo.
- Su irreverencia es fastidiosa señor. - Y recalcó con un grito la última sílaba de la última palabra-
- Que me ejecuten me da igual. El mundo sólo existe en función del pensamiento. Cuando muera dejaré de pensar y el mundo para mí ya no existirá más.
Esta idea me hizo esbozar una sonrisa. La ausencia completa de dolor, la ausencia completa de existencia... ¿Qué podría ser más placentero? Quería que me fusilaran cuanto antes.
Me empujaron violentamente contra el paredón. Un oficial bajo y corpulento escupió sobre mí. Con los ojos vendados esperaba el estertor de la ráfaga. Treinta segundos después sentí las convulsiones de mi cuerpo al contacto del primer balazo.
Tres horas más tarde comprobé con terror que la inexistencia no existe.
Hace veintiseis años que estoy muerto.
Subscribe to:
Posts (Atom)