En el mundo No. 1 están recién inventadas las escaleras. Está allí de visita y se sorprende al observar que la gente piensa que sólo sirven para subir, nadie las utiliza para bajar. Al principio todas las casas eran de un sólo piso. Después de la reciente invención de las escaleras, muchos han emprendido la construcción de segundos y hasta terceros pisos. Observa cómo siempre suben por las escaleras y se lanzan desde alturas absurdas para volver de nuevo al punto inicial. Con la meticulosidad del novato, se sienta en un andén y observa el curso de las construcciones emprendidas por las extrañas gentes del Mundo No. 1. Aún no es posible encontrar un segundo o tercer piso que haya sido plenamente construido. Los techos de los primeros pisos están llenos de columnas sobresalientes y esqueletos de construcciones.
Es muy simpático ver cómo se lanzan los obreros desde los bordes de espigados edificios y cómo vuelven a subir cargados con bultos de cemento y ladrillos. ¿Cómo no se han percatado de que basta doblar las rodillas peldaño por peldaño para empezar a descender? ¡Se trata de una cosa obvia!
Un día estaba dando un paseo. Eran las cuatro de la tarde y la brisa fresca del Mundo No. 1 le acariciaba plácidamente las mejillas. A lo lejos divisó la silueta de un hombre mayor. Estaba encaramado sobre una escalera larga y mal construida dispuesta contra un altísimo árbol repleto de unos frutos para él hasta entonces desconocidos. El viejo subió en la escalera tentado por la enorme facilidad que le proporcionaba el nuevo invento para acceder sin trabajos al deleite que le proporcionaba sufruta favorita. Miraba hacia abajo con la cara desencajada por el vértigo. Sabía que de saltar terminaría como un reguero de tornillos oxidados.
- ¡Baja por la escalera!
- No puedo. ¡sólo sirve para subir!
- No, no. También puedes descender.
Incrédulo en un comienzo, el viejo siguió sus instrucciones y media hora más tarde y después de mucho trastabillar se encontraba de nuevo con los pies en la tierra.
Todos admiraron la extraordinaria astucia del forastero. No podían creer que entre todos no hubieran logrado percatarse antes, de la utilidad doble del novedoso instrumento.
Había algo más en el mundo No. 1 que le llamaba la atención. Todas las casas y almacenes carecían por completo de puertas y ventanas. Como dormía en su tienda improvisada sobre una explanada, y llevaba consigo todos los víveres necesarios para su breve estancia, jamás tuvo la necesidad apremiante de entrar a ninguna parte.Se preguntaba si los habitantes del Mundo No. 1 ingresarían en sus casas por alguna suerte de túnel subterráneo o si las puertas falsas hacían parte de su repertorio arquitectónico.
Sumergido en estas cuestiones se encontraba cuando observó por el rabillo del ojo que un hombre salía de su casa.
- ¿Cómo diablos has hecho eso?
- ¿Cómo he hecho qué?
- Acabas de atravesar una pared. ¡Parecías un espectro!
- No he hecho nada que no haga todo el mundo.
- Hazlo de nuevo.
Perplejo, observó cómo el hombre entraba en su casa atravesando la pared del frente diluyéndose como un haz de luz. Un instante después se encontraba de nuevo a su lado.
- ¿Cómo lo has hecho?
- Es como caminar.
- Enséñame.
Tropezó tres veces contra la pared.
Un par de horas después se sorprendió a sí mismo atravesando paredes con la misma facilidad que ensartaba un hilo de seda en una aguja gigante.
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